Como ser un vampiro y no morir en el intento. Parte lll
Héctor llevaba más de una hora esperando a Tommy. Fuera del colegio el tiempo era gris. Una brisa gélida se paseaba en la calles y Héctor, quien no tenía casaca a la mano, empezaba a tiritar.
Pasó una hora más. Héctor tenía las manos congeladas y comenzó a preocuparse.
Para ir a los lavados su compañero ya estaba retrasado. Pero no quizo aventurarse a entrar en la escuela. Era una regla irrompible, "Cuando suena el timbre de salida, se olvidaban por completo del colegio".
Unos minutos después, cuando por la cabeza de Héctor asomaba la idea de irse y dejar a su amigo. Tommy apareció de pronto en el umbral del portón de salida. Comenzó a descender los escalones y Héctor no pudo evitar abrir los ojos como platos.
Tommy tenía el uniforme mojado, desde la camisa blanca(que ahora estaba marrón), hasta los zapatos negros.
Entre sus cabellos tenía pedacitos de papel higiénico y adornando su rostro albino, un gran moretón en el ojo izquierdo(Que empezaba a tornarse negro).
-¿Qué rayos te pasó?-Quizo saber Héctor.
-José y Jhon-Murmuró Tommy, Sin ánimos. Mientras se sacudía los pedacitos de papel que caían como bombas de su cabello negro.
-Tom... apestas-Dijo Héctor, cautelosamente.
Mientras comenzaban a alejarse de la escuela. Que se ocultaba en las sombras de la tarde, mientras sus pasadizos se llenaban de silencio y de una serie de mitos alrededor de ella.
"Un profesor, hace mucho tiempos atrás. Cuando los castigos físicos eran algo común en las aulas. Enloqueció y asesinó a veinte alumnos. A los que enterró en algún lugar del colegio. Él desapareció para siempre, al igual que los restos de los jóvenes.
El conserje Charles, asegura haber visto pequeños niños uniformados correr por los pasadizos reclamando que tocaran el timbre de salida.
A raíz de esta afirmación, la historia se volvió muy popular entre el alumnado. Pero ese era un mito que Tommy no quería rebelar... por el momento no".
-Lo sé...-Respondió Tommy, secamente. Sumergiéndose en sus pensamientos. Mientras una sombra profunda, crecía entorno a sus ojos.
Carlos y Flor. Los padres de Tommy. Siempre estaban ocupados con sus trabajos. El poco tiempo libre que tenían lo empleaban para descansar.
Pero esa tarde, para sorpresa de Tommy. Sus queridos padres se encontraban platicando sentados en la sala de su hogar. Sin computadoras portátiles, ni cerros de papeles a la vista. Hasta habían olvidado ponerse sus anteojos.
-Hola pa'... Hola ma'-Saludó Tommy.
Comenzó a subir las escaleras que lo conducían a su habitación. Como debía ser su rutina diaria.
Pero no imaginó que su padre no le iba dar su habitual "hola hijo".
-Un momento Tomás. Queremos hablar contigo -Dijo su padre, interrumpiendo su conversación con su esposa y levantándose del sofá para encontrarse con su hijo.
Tommy no podía salir de su asombro. Que sus padres quisieran hablar con él le resultaba completamente extraño.
A penas y recordaba el timbre de voz de sus progenitores. La última vez que le dirigieron la palabra. Fué para hablarle sobre las consecuencias del sexo y sus precauciones, cosa que Tommy ya sabía gracias al internet.
Así que se quedó inmovil y esperó las palabras de su papá.
-Hijo... Tu madre y yo hemos decidido dejar a un lado nuestros trabajos para estar más tiempo contigo.
Tommy se quedó mudo. Mirando los ojos de su padre.
-¿Qué te parece la idea cariño?-Preguntó Flor. Acercándose a su hijo.
Ahora Tommy miraba a su madre. Igual de mudo.
Después de unos minutos cavilando la idea de que sus padres tal vez habían enloquecido, respondió:
-Bien...-digo... es una estupenda idea-Sentenció Tommy. Sin poder explicar lo que oía. ¿viaje?-¿tiempo conmigo?.-(Estos seres no son mis padres)-Pensó.
Carlos y Flor, se observaron sonrientes. Luego se dieron un largo abrazo como celebrando una gran proeza. Finalmente el papá de Tommy dijo:
-Perfecto. Dentro de un mes salimos de viaje-Sentenció. Con una voz firme que Tommy había olvidado hacía años.
Aún procesando la noticia logró decir un tímido "de acuerdo" y se dirigió a su habitación, subiendo las escaleras. Pensando que todo era un sueño.
Teddy se hallaba sentado en la cama de Tommy, cuando este abrió la puerta y entró.
El pequeño oso de peluche fijó inmediatamente su mirada en su nuevo amigo(En la ausencia de Tommy, Teddy había conocido la colección de peluches obsequiados cada año para su cumpleaños).
Tommy dejó caer su mochila, derribando una pila de revistas que tenía en el suelo. Dió unos pasos y se tendió de espaldas sobre la cama, haciendo saltar unos centímetros a Teddy.
-Lo siento-Dijo Tommy. Percatándose de lo que había provocado.
-No hay problema-Respondió Teddy.
Poniéndose en pie. Sostenido por sus dos patitas de algodón. Luego caminó agilmente, se colocó sobre el pecho de Tommy y dirigió sus pequeños ojitos inexpresivos hacia los de su amigo.
Tommy sostuvo su mirada y para él no eran nada inexpresivos. Por el contrario, los vió llenos de curiosidad.
-Creo que mis padres se han vuelto locos -Comentó Tommy.
Suponiendo que su pequeño amigo ya estaba enterado de lo sucedido. Pero lo que Tommy desconocía era que si lo sabía, era como si el pequeño peluche le leyera los pensamientos.
-¿Eso es malo? -Preguntó Teddy. En tono ingenuo, moviendo su redonda cabeza hacia un costado.
-No es que estén locos. Solo me parece muy extraño que de un momento a otro hayan dejado sus trabajos para irse de viaje conmigo. No logro entenderlo, es una locura.
-¿Cuando viajan? -Quizo saber teddy. Ignorando el argumento de su amigo.
-En un mes -Respondió tommy. Ofendido por el poco interés que mostraba su amigo de felpa.
El pequeño oso de peluche alzó la mirada y la fijó en un punto ciego. Como perdiéndose en alguna dimensión desconocida. La luz rojiza de aquella tarde, entraba por la ventana iluminando sus diminutas hebras marrones, haciéndolas brillar tenuemente.
Continuará...
jueves, 16 de diciembre de 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
0 comentarios:
Publicar un comentario