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viernes, 6 de enero de 2012

Enigma

El extraño caso del niño perdido. Parte lV

Las llantas traseras emitieron un ruído furioso, dejando gruesas líneas negras en el pavimento.

Charlie condujo como un demonio, en ningún momento dirigió la mirada a los espejos retrovisores y se dedicó a sortear a cualquier auto que se le cruzara en el camino. En más de una ocasión estuvo a punto de atropellar a una anciana.

Todo parecía indicar que había descubierto algo, "algo gordo" como él suele decir. Y que a donde quisiera llegar en ese instante, lo tenía que hacer ya mismo. Aunque producto de ese pique, resulte atropellada una pobre anciana.

Después de media hora de conducir como un desquiciado, llegó a las afueras de la METROPOLIS.

''las afueras de la Metropolis", era una manera de nombrar a los alrededores de la ciudad, aunque eso era totalmente relativo, la mayoría lo nombraba como "los senderos".

Al norte, se hallaban los pueblos del "fuego". Hogar de los "Tamers".

Al sur, se alzaban imponentes e intimidantes, las montañas de la "niebla". Hogar de trolls, gigantes y algunos rumores aseguran que son territorios de "dragones", aunque de ese tema, Nahuel sería el indicado para hablar.

Al este, se encuentran los bosque de "la roca". Hogar de los alquimistas de acero, mayormente conocidos como los "chiflados".
Al oeste, donde las tinieblas cubren montañas y bosques, se encuentra el "infierno". Algunos relatos aseguran que es de donde vienen los demonios, pero es preferible no hablar de ese tema.

En ese momento Charlie de hallaba en "la niebla". Al sur de la METROPOLIS, exactamente a las afueras de un gran arco de madera, de unos cuatro metros de alto y con un cartel en medio, en el cual decía: "El Ghorjam's".

Cuando ingresó uno metros, halló un cartel en forma de flecha, que decía:

BIENVENIDOS SEAN LOS HUMANOS Y NO HUMANOS


AL CIRCO DE ESTA PARTE DEL MUNDO DONDE


LA REALIDAD ES SOLO UNA BROMA PESADA.




Charlie no pudo evitar soltar un pequeño bufido, siempre le habían hecho gracia los timadores. Luego continuó caminando en dirección de una de las tiendas que se hallaban alrededor.




"El Ghorjam's", era un amplio llano ubicado a un lado de la carretera, a unos docientos metros a las afueras de la METROPOLIS.




Tenía una gran tienda en medio de aquél terrotorio, de unos seis metros de alto y unos diez metros de ancho con líneas verticales pintadas de color blanco y rosa. Alrededor se ubicaban pequeñas tiendas de campaña del mismo color. Todas brillaban con luces amarillas y rojas.




Charlie se acercó a unas de estas tiendas de campaña, ninguna tenía puerta así que decidió llamar desde fuera.




-Hola-aaa, ¿hay alguien en casa?-Preguntó con el tono más amable que pudo adoptar.




Esperó unos segundos, pero no hubo respuesta. Dirigió la mirada alrededor del lugar, pero no halló a nadie, solo se oía el silbido del viento al pasar. Daba la impresión que nadie habitaba ese lugar, hasta llegó a percatarse que las tiendas estaban polvorientas y rasgadas en algunas partes, los pequeños focos de luces amarillas y rojas, brillaban tenuemente y hasta algunos estaban quebrados.




Se lo pensó unos minutos y luego decidió volver a probar suerte, tal vez aquellas personas eran muy tímidas.




-Disculpen, no les quitaré mucho tiempo, en realidad quisiera hacerle algunas preguntas...




Pero antes que termine de hablar, Charlie distinguió como una sombra iba creciendo a sus espaldas. De inmediato volvió la mirada, porque sus experiencias anteriores le habían enseñado que no era bueno subestimar a sus oponentes, mucho menos si pasaban de los dos metros. Pero cuando dió media vuelta, tuvo que subir la mirada a más de dos metros, porque quien le estaba plantando cara, era un troll.




Charlie no sabía si huír o luchar contra el troll, había oído relatos sobre aquellas criaturas. Vivían en las montañas de "la niebla". Pero al instante supo que la lucha cuerpo a cuerpo sería una perdida de tiempo, porque también había oído que eran feroces y fuertes como veinte hombres juntos. Y con solo ver al troll que tenía en frente, pudo comprobarlo.




Pero no tuvo que luchar, ni huír. Nisiquiera tuvo que hablar, no solo porque no sabía que decir o que gestos podría hacer para que la criatura lo entendiese, no tuvo que hacer nada más que quedarse parado como una estatua mientras el troll pronunciaba palabra, su voz era grave.




-Mmmm-Gruñó, emitiendo un ligero eco al final, como un golpe de tambor. luego añadió-¿Qué deseas muchacho?, dejando a la vista sus grande y gruesos colmillos.




Charlie se quedó de piedra, encontrarse con un troll era mucho para él, quién había crecido en las calles de los suburbios de la METROPOLIS. Pero que aquella criatura hablara, ya era algo inconsebible.




El troll volvió a gruñir, pero no era un gruñido enfurecido ni mucho menos, más bien era como un bostezo, como cuando pasas muchas horas oyendo los relatos de tu abuelo y el cuerpo comienza a pedirte descanso.




Al percatarse de esto, Charlie sacudió ligeramete la cabeza y tomó aire. No estaba seguro si la criatura era peligrosa o no, pero le había hecho una pregunta así que era mejor responder.




-Disculpe... señor... quisiera hablar con el encargado de este circo.-Respomdió fingiendo seguridad.




El troll arqueó una de sus pobladas y canosas cejas. Luego vió directamente a los ojos de Charlie, pero no con ojos fieros, más bien con los ojos de una criatura que ha vivido mucho tiempo en este mundo y sabe como buscar la mentira en los corazones de las personas.




A pesar de su gran tamaño, unos tres metros por lo menos, tenía un cuerpo robusto, no musculoso pero si lo suficientemente fuerte como para quebrarte los huesos con un fuerte apretón. Sus brazos eran largos que casi le tocaban los muslos, sus pies eran anchos, con dedos regordetes, tenía las orejas largas y punteagudas como las agujas de punta romana, una nariz ancha, ojos pequeños y redondos que brillaban de un amarillo tenue, una barba canosa y rala que le llegaba hasta el pecho, y sus extremidades inferiores eran más pequeñas que su gran torax.




Parecía un gran papa noel, pero con la piel verde tierra y en vez de un traje rojo, llevaba una cota de cuero tachonado.




-Al parecer, tengo frente a mí a una persona que nunca ha conocido a un troll.-Dijo el troll con su voz grueso, pero lo dijo para sus adentros, aunque Charlie no pudo evitar oír.




-Bueno, en los relatos olvidaron mencionar que podían hablar.-Contestó Charlie, mientras tragaba saliva.




El troll soltó una sonora carcajada, mientras se tomaba la sobresaliente panza con sus largos y robustos brazos.




-Eres un muchacho listo, pero debo admitir que hay mucho de los trolls que no mencionan en los relatos.-Aseguró el troll y luego añadió.-Y con respecto a que puedo hablar, pero tal vez no deba, es porque pertenesco a un linaje ya extinto hace mucho tiempo. Ahora solo quedan aquellos tontos trolls de las montañas de "la niebla".




Charlie caviló las siguientes palabras que iba a mencionar, el encuentro con el troll lo había agarrado con la guardia baja, pero al parecer no era una criatura maliciosa. Por el contrario, parecia bondadosa y de mucha sabiduría. Así que volvió a recordar las razones que lo habían llevado hasta ese lugar.




-Mi nombre es Charlie, vengo de la METROPOLIS Y ...




-Mi nombre es Ghorjam, y no quiero problemas con la METROPOLIS... así que ten la bondad de marcharte.-Dijo Ghorjam interrumpiendo las palabras de Charlie.




Charlie no supo que decir, aunque para ser justos no podía jusgar a nadir por temer a la METROPOLIS, porque no eran los " rompe costillas" ni los "cazadores de demonios" quienes gobernaban la ciudad.




La METROPOLIS, era exclusivamente y completamente propiedad de Juliuss y sus asesinos de la noche.




-Entiendo sus razones Ghorjam, pero no vengo aquí por mis propios caprichos, estoy aquí porque temo el bienestar de su propiedad y de quienes viven con usted.-Dijo Charlie en tono serio.




Al oír estas palabras, Ghorjam se detuvo en la entrada de la tienda de campaña, y luego de unos segundos giró la cabeza e hizo un gesto para que Charlie lo siguiera.




-Espero muchacho, que no me hagas perder el tiempo. Estaré viejo, pero sé reconocer cuando quieren embaucarme.-Dijo ghorjam.




- No se arrepentirá, señor.-Respondió Charlie. Mientras ingresaba en la tienda.




Continuará...

viernes, 1 de julio de 2011

Enigma

El extraño caso del niño perdido. Parte lll

-Jefe...¿se encuentra bien?.-Preguntó Roberto.

-Deimos... Deimos...-Murmuró el Jefe, haciendo caso omiso a la pregunta.

En ese instante, la puerta se abrió con gran estruendo. Permitiendo que el viento entrara violentamente, provocando que algunos documentos salieran volando de los escritorios. Aquél incidente, hizo que el Jefe saliera del estado reflexivo que había adoptado hasta ese momento. Dirigió su atención a la entrada, Roberto hizo lo mismo.

Un hombre corpulento se hallaba en el umbral de la puerta, llevaba en sus hombros un enorme jabalí muerto. Sus rasgos eran toscos, rudos, duros como una roca. Su cabello era corto y peinado hacia atrás. Tenía una cicatriz en el ojo izquierdo y pendientes en las dos orejas.

-¡Aquí me tienen de vuelta!.-Dijo el sujeto, al tiempo que soltaba al animal muerto sobre el suelo.

-Esta vez regresaste muy pronto.-Mencionó Roberto, con una sonrisa dibujada en el rostro.

-Paul... recoge esa cosa que acabas de soltar.-Dijo el Jefe, en tono severo.

Paul se pasó una mano por el cabello y mientras una sonrisa azomaba en su rostro duro, tomó al jabalí por una pierna y lo puso nuevamente en sus hombros, como si hubiese recogido un lapicero y no un animal de por lo menos 100 kilos.

-Siento regresar con vida, Jefe.-Comentó Paul.

Roberto no pudo evitar soltar una carcajada.

-El que lo siente más, soy yo Paul. Ahora no es un buen momento para que te pongas sentimental.-Dijo el Jefe, volviéndo a poner los ojos sobre Deimos.

Paul se percató del cambio repentino en el rostro del Jefe y volvió la vista en la misma dirección.

-¿Y ese muchacho?.-Preguntó, señalando a Deimos.

-Me temo que Charlie acaba de cometer otra estupidez.-Respondió el Jefe.

Paul arqueó las cejas, luego dijo:

-¿A que se refiere, Jefe?.

-Preguntale su nombre -Dijo el Jefe.

-¡Hey, chico! ¿Cómo te llamas?.-Preguntó Paul.

-Deimos, señor.-Respondió el joven, sin quitar de vista el suelo.

-Bueno, Jefe. Ya lo oyó, su nombre es Deimos.-Dijo Paul, dirigiendo su mirada a los ojos inexpresivos del Jefe.

-Usa la cabezota, Paul.-Respondió, perdiendo la paciencia.

Paul se quedó de piedra, intentando pensar. Pero ese no era una de sus virtudes.

-Deimos... Paul. ¡¡Deimos!!.-Vociferó el Jefe, volviendo a perder la paciencia.

-Lo siento Jefe, pero aún sigo sin entenderle.

El Jefe se llevó la mano al rostro y con el sudor brillandole en la frente, dijo :

-Deimos... Hades... el inframundo... ¿Ahora entiendes?.

Paul abrió los ojos como platos, luego volvió la mirada en dirección del muchacho que tenía la cabeza gacha. Y aunque no tenía el aspecto de un Dios, podía confiar plenamente en la palabra del jefe.

-Deimos... ¿El dios del miedo?.-Preguntó, con absoluta preocupación.

-Exacto paul... ese Deimos.

La agencia vólvió a sumergirse en un silencio profundo. Paul, el Jefe y Roberto parecían tres estatuas esculpidas en arcilla.

-Pero... pero... ¿Qué demonios hace un dios aquí?.-Preguntó Paul, saliendo del trance.

-Es la misma pregunta que lleva merodeando mi cabeza, desde que Charlie lo dejó aquí.-Respondió el Jefe.

-Charlie... ya me lo debía estar imaginando.-Agregó Paul.

-Señor, si lo que usted dice es cierto. No le parece que es un poco arriesgado tenerlo aquí.-Dijo Roberto, quien hasta ese momento había oído todo con ojos abiertos como platos.

-Me temo que tienes razón, pero no podemos hacer más. Debemos, aunque me tema... confiar en charlie.-Respondió el Jefe, golpeando su escritorio con las dos manos.

-Bueno, si me deja. Puedo ir a por Charlie.-Sugirió Paul.

El jefe se quedó en silencio por unos segundos, con el rostro totalmente inexpresivo y el ceño fruncido. Luego de analizar la propuesta de Paul dijo:

-No... te necesitamos aquí por si sucede algún imprevisto.

Paul se quedó en silencio, aunque tenía muchas ganas de encontrar a Charlie y partirle la cara, no podía desobedecer una orden del Jefe.

Luego volvió la vista en dirección de Deimos, mientras una idea se le asomaba en su pequeña cabeza.

-¿Por qué dice que es arriesgado tenerlo aquí?.

-Es un dios, Paul - Dijo el Jefe. -Y es mejor, no meterse con ellos - Sentenció, mientras apretaba los dientes.

-Y ... si le preguntamos a él.-Sugirió Roberto.

-Cierto, de seguro nos puede decir algo interesante -Agregó Paul.

El Jefe solo atinó a asentir levemente, el sudor frío parecía intensificarse en todo su cuerpo. Ahora le sudaban las axilas y las manos le comenzaban a temblar.

-Deimos... ¿Sabes porqué motivo, Charlie te trajo aquí? -Preguntó Paul.

Hubo una pausa, que volvió a llenar el ambiente de un silencio incómodo.

-No debo hablar... no debo, señor -Respondió Deimos.

Paul, Roberto y el Jefe intercambiaron miradas. Luego aguardaron en silencio hasta que Paul volvió a decir:

-Entiendo... es un secreto. Pero si nos lo cuentas... tal vez podamos ayudarte.

El ambiente volvió a cargarse de una energía pesada y negativa. Pero en ese instante, mientras aguardaban la respuesta de Deimos, la puerta de entrada volvió ha abrirse, pero esta vez con mucha suavidad.

Los presentes en la agencia, voltearon al unísono con los ojos abiertos como platos. Como si la mano esquelética de la muerte, hubiese asomado por la puerta.

-¿Qué les sucede muchachos? -¿Acaso han vuelto a meterse con la mujer de un ganster? -Preguntó en tono irónico la mujer que había ingresado.

Era alta, con ojos afilados como cuchillos. Llevaba el cabello recogido en una cola de caballo que le llegaba hasta la cintura. Su rostro era terso y de rasgos finos. Iba vestida con botas negras, una falda corta y una blusa igual de pequeña. Su silueta era hermosa, perfecta, como solo la podrías imaginar en tus sueños.

-Jefe, cuando se refirió a ''si sucede algún imprevisto''. ¿Lo dijo por Téa? -Comentó Paul, volteando el rostro hacia un lado, para ocultar la sonrisa que empezaba a dibujarse en su rostro de piedra.

Téa arqueó las cejas, luego puso sus manos sobre su estrecha cintura y en tono airado dijo:

-Muy gracioso, Paul. Me parece que la palisa que te dí el otro día, no te fué suficiente.

Paul se encogió de hombros y el rostro se le puso del color de un tomate.


-Todos saben que me dejé ganar, golpear mujeres no es mi estilo -Dijo en tono altanero, pero tratando de ocultar su verguenza.

Téa dió un paso amenazante en dirección de Paul. Pero el Jefe la detuvo en un tono muy severo:

-Téa... tenemos problemas. Deja los juegos para otro momento.

-Uno muy grande... como tus senos.-Agregó Paul.

Teá lo fulminó con la mirada.

-De que se trata Jefe.-Dijo Téa, volviendo el rostro en dirección del Jefe.

El Jefe dió un gran suspiro, antes de hablar.

-Comenzaré diciendo que ni yo tengo la mínima idea de como va terminar esto, pero conociendo al involucrado tal vez te puedas dar una idea.

Si miras el escritorio de Charlie, podrás ver a un muchacho.

-Charlie... -Murmuró Téa, interrumpiendo al Jefe.

-Bueno, ya te vas haciendo una idea. Pero como te decía, aquél muchacho fué traído aquí por Charlie. ¿Porqué motivo?, solo él y el muchacho lo saben. Sólo sé y creo que aquí es donde el tema nos concierne a todos nosotros. Es que el aquél muchacho, no es un simple muchacho.

Téa arquéo las cejas y puso cara de '' de que diablos hablas''.

-A lo que me refiero es que no es mortal.-Dijo el Jefe, al notar el gesto confuso de Téa.

-¡Ya Paul! ¿Qué cosa le pusiste al café del Jefe?.-Vociferó Téa.

-¡Ya basta!, ¿No veén que esto es serio?.-Comentó Roberto, indignado.

-Pero... como dice... -Comenzó a replicar Téa, pero fué interrumpida por el Jefe.

-¡Es un Dios! ¡No es mortal! ¿Entiendes, Téa?. Es el Dios del miedo, Deimos.

Téa se quedó de piedra por unos segundos. Y no por oír que el muchacho sentado en el sitio de Charlie fuese un Dios. Si no por el aspecto nervioso y alterado del Jefe. Nunca, desde que llegó a la agencia lo había visto tan desesperado. No desde la vez que Charlie intentó filtrarse en la oficina de los Rompe Costillas.

-De acuerdo, Jefe. Lo comprendo, pero trate de tranquilizarse.-Sugirió en tono amable. Luego continuó: -Pero si es el verdadero Deimos... ¿Donde está su hermano, Fobos?.

En ese instante, el ambiente se tornó pesado. Costaba respirar y el sudor no tardó en apoderarse de los cuerpos presentes. Luego Deimos, quien no había mencionado palabra hasta ese momento, comenzó a murmurar, desesperado:

-Fobos... Fobos... ¡¡FOBOS!!.-Vociferó.

Todos voltearon las miradas al unísono. Al mismo tiempo que eran testigos de como la silla que ocupaba Deimos, comenzaba a agitarse.

-Fobos... Fobos...-Continuó murmurando.

-Bien hecho Téa... gracias por enojar a un Dios.-Comentó Paul.

Deimos alzó bruscamente la cabeza en dirección de los presentes. Sus ojos brillaban como dos rubís en la oscuridad. Sus cabellos comenzaron a arremolinarse y a cambiar de color, mientras pequeños hilos de fuego danzaban por toda la agencia.

-¡Detenganlo!.-Ordenó el Jefe.

-Yo lo haré.-Agregó Téa antes que Paul, hiciera algún movimiento.

Los pequeños hilos de fuego que flotaban por los aires, comenzaban ha transformarse en gigantescos brazos. Téa juntó sus manos, como si estuviese rezando, cerró los ojos y comenzó a murmurar palabras en otro idioma.

Acto seguido, el ambiente se sumergió en un silencio sepulcral. Como si Cronos el Dios del tiempo, hubiese succionado las horas, dejando en el ambiente un eterno letargo.

Luego de unos segundos, el tiempo volvió a la normalidad y las articulaciones de Paul, El jefe, Roberto, comenzaron a tener nuevamente movilidad. Los grandes brazos de fuego que habían aparecido de la nada, desaparecieron de la misma forma.

Continuará...

miércoles, 22 de junio de 2011

Enigma

El extraño caso del niño perdido. Parte ll

Todo indicaba que Charlie se hallaba siguiendo un caso. Pero el jefe no sabía nada al respecto, aunque no sería la primera vez que Charlie no le notificara antes de emprender una investigación.

-Un vaso de Fresh-Kola.-Pidió Charlie, sentado en la barra del BAR NÉMESIS.

Era el sitio preciso para comenzar una investigación. Siempre y cuando tuvieras el valor de ingresar. Podrías sacar información valiosa sobre los sucesos más importantes de toda la Metropolis.

En el lugar habían muchas mesas, pero esa mañana solo estaban ocupadas dos. Charlie bebió de su vaso con mucha tranquilidad, mientras detrás de él, una conversación se daba lugar.

-Lo tienen oculto en el Circo.-Dijo uno de los hombres sentados en la mesa. Era corpulento y de mirada severa, tenía una gran cicatriz en la mejilla izquierda.

-¿Circo?... que extraño lugar, para ocultar... -Agregó su compañero. Quien era de contextura delgada y ojos saltones como los de un sapo.

En ese preciso momento, la puerta del bar se abrió con gran brusquedad, provocando que los presentes voltearan la mirada hacia la entrada.
De inmediato, hizo su ingreso una mujer de mediana estatura, de exelente silueta y cabello largo. Con un sombrero ancho que le cubría los ojos, pero que dejaba a la vista unos labios boluptuosos y una sonrisa coqueta.

Tomó asiento al lado de Charlie, como si fuese lo más normal del mundo. El cantinero la vió con ojos incrédulos, luego tomó su orden.

-Un whisky doble, por favor.-Pidió en tono cortéz, con un timbre de voz que acariciaba las notas más dulces.

El cantinero se quedó de piedra por unos segundos, luego dió media vuelta y comenzó a preparar el trago.

-¿No es muy temprano aún?.-Preguntó Charlie.

-¿Disculpe?.-Dijo la mujer, volviendo el rostro en dirección de Charlie.

Hubo una pausa, luego Charlie colocó el vaso vació en la mesa y respondió con voz despreocupada.

-Disculpeme, señorita. Me tomé el atrevimiento de hacer un comentario acerca del tiempo y las bebidas.

-Disculpeme usted a mí. Pero aún sigo sin entenderle.-Respondió la mujer, arquenado las cejas. Sus ojos brillaban como el día más soleado que pueda imaginarse.

Era raro ver mujeres por el bar NÉMESIS, a menos que se traten de prostitutas o meseras. El término, mujer bonita, era completamente inexistente en aquél lugar.

-Dejeme decirle que no es la primera en recordármelo. Fué un gusto el poder haber intercambiado unas cuantas palabras con usted... Evangeline.-Dijo Charlie, acomodándose su sombrero. Luego se puso de pie y caminó hacia la salida.

-¿Cómo sabe mi nombre?.-Preguntó Evangeline, muy sorprendida.

-No lo supe, pero ahora lo sé.-Respondió Charlie, mientras alzaba un brazo en señal de despedida. Abrió la puerta y salió del resinto.

En la metropolis, existe solo un tipo de justicia. Y aquella justicia cuenta con un nombre y un rostro. El nombre: Los rompe costillas. El rostro: Mr.Smith. Pero muy alejada de aquella justicia, se encuentra la AGENCIA y los CAZADORES DE DEMONIOS.

Aunque la agencia podría considerase una especie de justicia limitada, los cazadores eran todo lo contrario a Mr. Smith y el Jefe.
No gozan de principios, ni reglas... ni humanidad. Se dedican exclusivamente al exterminio de cualquier criatura que no sea normal. Si tienes seis dedos en un pie, date por muerto.

Es muy difícil reconocer a un cazador, siempre van disfrazados y se mueven como el rayo. Pueden caminar a tu lado, reír a tu lado, hasta dormir al lado tuyo. Y sólo te enterarás, cuando ya estén a muchos kilometros a la redonda.

Pero Charlie tenía un don, una especie de corazonada para descubrirlos. Siempre que un cazador estaba a menos de 3 metros de él. Sentía un pinchazo en el pecho, advertencia, o como él suele decir: ''-Hay un hijo de puta merodeando por aquí''.

Aparte del pinchazo, suele ver, en la mayoría de los casos, el nombre del cazador escrito en la frente del mismo. O como el suele decir:''-Te pillé, hijo de puta''.

El tiempo fuera del bar, se extendía gris por los cielos y nostálgico en los corazones de los terrestres. Nubes negras amenazaban con regar lluvia sobre las cabezas huecas que merodeaban las calles, excasos de paraguas.
Charlie acomodó el cuello de su gabán y se cubrío los ojos con el sombrero. Metió las manos en los bolsillos de sus pantalones y caminó por las calles alborotadas de transeuntes con su peculiar andar de lado a lado, hasta un taxi que se hallaba estacionado bajo un aviso que decía:''Prohibido estacionarse''.

-A Goods winds, por favor.-Dijo Charlie, acercándo el rostro por la ventanilla del copiloto.

-Lo siento, no llevo a personas sospechosas.-Respondió el conductor. Volviéndo a leer el diario que llevaba en las manos.

-¿Disculpe?.

-Ya le dije, señor. No llevo a personas sospechosas.-Volvió a responder el conductor. Sin quitar los ojos del periódico.

-¿Qué le hace pensar semejante disparate?.-Preguntó Charlie, tratando de calmar sus ansias de cometer asesinato.

-Trae un sombrero y gabán.-Dijo el conductor, en tono despreocupado.

Hubo una pausa, luego Charlie, conteniendo la ira que comenzaba a ponerle la cara del color de un tomate, volvió a preguntar:

-¿Y?.

-No sé usted, señor. Pero de donde yo vengo, suelen decir, que un tipo con sombrero y gabán, no puede ser un simple vendedor de cepillos eléctricos.-Respondió el conductor, soltando un bufido.

-¡Lo que acaba de decir, es la cosa más estúpida que he oído en toda mi vida!.-Vociferó Charlie.

-Mire, amigo. Ya estoy comenzando a perder la paciencia, larguese antes que alguien salga herido.-Amenazó el conductor, acercando el rostro al de Charlie.

Para estos casos, Charlie también contaba con un refrán. En la agencia suelían decir: ''Si un tipo es lo suficientemente estúpido como para amenazar a una persona que no conoce. Es lo suficientemente estúpido, para recibir una palisa''.

El cristal del copiloto estalló en la cara del conductor. Charlie lo tomó por el cuello de la camisa y lo sacó del auto con una fuerza sobrehumana.

El tipo se tendió en el suelo con las piernas doblas y los brazos sobre el rostro. Pero aquella posición, no lo libró que lo molieran con una serie de patadas dirigidas a todo su cuerpo.

La sangre roja, como la cólera de Charlie, comenzó a correr por el pavimento, el conductor pedía ayuda, mientras Charlie lo dejaba con los huesos quebrados, para introducirse y encender el auto.
Las llantas traseros emitieron un ruído furioso, el olor a quemado se perdía en el caótico tráfico de aquella típica mañana en la Metrópolis.

Continuará...

martes, 21 de junio de 2011

Enigma

El extraño caso del niño perdido:

-Solo cuida al muchacho, ¿si?.

-¿Qué demonios significa esto Charlie?.-Vociferó el jefe.

-Es un niño...

-No te pases de listo conmigo. ¿Porqué lo has traído?.

-Es una larga historia jefe, ahora no cuento con mucho tiempo. Se lo encargo...

-¡Maldito, más te vale regresar pronto!.-Grunó el jefe, cuando Charie ya había cerrado la puerta de la oficina a sus espaldas.

En la Metrópolis, los crímenes eran como el cereal de todos los días: ''Siempre te encuentras con una sorpresa al final de la caja''. Drogas, sexo, sexo y alcohol, son los valores sobresalientes de esta ciudad.
Pero lo que la hace única e irrepetible, es que tiene por huéspedes... caminando por las calles, libres como una jauría de lobos... a demonios. No los típicos demonios de las escrituras y pinturas; de cuerpos rojizos, mirada maliciosa y sobresalientes ojos amarillos, cuernos en la frente y cola puntiaguda. Si no Demonios, verdaderas criaturas del mal.
Y ustedes se preguntarán: ¿Cómo combaten a semejantes inquilinos?. La respuesta vedría a ser una pequeña casa ubicada en los suburbios de la Metrópolis, conocida como la AGENCIA PARA PROBLEMAS DEMONIACOS. La cuál alberga a profesionales no licenciados para combatir a dichos personajes maliciosos. Por ejemplo Charlie, llegó como hace menos de un año a la agencia y, ya es todo un experto.

Por lo general es él quien resuelve la mayoría de los casos, aunque también está Paul. Quién cayó literalmente en la agencia; (huyendo de los Rompe costillas, después tuvo que pagar los gastos del tejado)unos meses antes de la llegada de Charlie.
Los dos son buenos muchachos, pero no es lo que opina el Jefe. ÉL siempre dice: ''uno de estos días voy a terminar asesinando a unos de estos hijos de puta'', y sigue repitiendo la misma frase cada vez que Charlie hace alguna estupidez.

Uno de estos días, voy a terminar asesinando a este hijo de puta!.-Vociferó el Jefe, desprendiendo un poco de saliba sobre la mesa.

-Tranquilicesé Jefe, ya sabe como es Charlie. Siempre tiene un por qué para todo.-Mencionó Roberto, mientras escribía en su vieja maquina de escribir.

-No estaré tranquilo, hasta que se lleve a este niño de aquí.-Dijo, señalando al pequeño niño que se encontraba sentado sobre una silla ubicada en una esquina, que por cierto estaba atestada de posters de actrices porno.

-Primero que nada, sáquelo de ese lugar.-Aconsejó Roberto, frunciendo el ceño.

-¡Hey, niño!. Acércate aquí de inmediato.-Ordenó el Jefe, apretando los dientes.
Pero el niño no se movió de su lugar. Tenía la cabeza mirando hacia el suelo. Su cabellera rubia le cubría todo el rostro.

-¡He dicho que te acerques!.-Volvió a vociferar el jefe. Pero esta vez alzando la voz a un tono más alto.
Pero el niño seguía con la cabeza gacha y sus cabellos cubriéndole toda la cara.

-¡Maldito engendro!. Si no vienes en este preciso momento, te daré la tunda de tu vida.

-El señor me dijo que no me moviera de este lugar.-Contestó el niño. Con un timbre de voz muy bajo, pero manteniendo la mirada en el suelo.
Por unos segundos, la agencia se vió abrumada de un silencio poco habitual en aquellas cuatro paredes.

-Pero yo soy el jefe del buena para nada al que llamas señor, así que acércate.-Logró decir el Jefe. Ocultando las pequeños fragmentos de miedo que se habían apoderado de él.

El niño se puso de pie, pero sin quitar de vista el suelo. Sus cabellos dorados se balanceaban conjuntamente con su cuerpo. De un lado a otro, cual si fuera un zombie.
Cuando llegó frente al escritorio del jefe, se quedó parado como una estatua, hasta daba la pequeña sensación de que no respiraba.

-¡Mirame a los ojos, no seas maleducado!.-Exigió el Jefe, incorporándose de su asiento.

El niño levantó la cabeza lentamente, tan lento como si le costara hacerlo. Cuando la tuvo tan alto que pudo ver los ojos del jefe, este sintió un miedo incomprensible, como si una sensación de soledad y desánimo se hubiese apoderado de él.
Los ojos del niño eran azules, pero profundos como el mar. Relajadas y sin expresión en su mirada.
Con un gran esfuerzo, el jefe desvió la mirada de los ojos del muchacho y dijo con voz bacilante:

-Puedes sentarte en esa silla de allí.-Dijo, señalando con su mano el escritorio de Charlie. Mientras un ligero temblor le corría por el brazo.

-¿Se encuentra bien jefe?.-Preguntó Roberto, al notar el rostro inexpresivo y el sudor frío que parecía haberse apoderado del jefe.

-Temo decirte, Roberto... que tengo la terrible sensación de que todo va empeorar.-Dijo en voz baja, luego añadió: -Niño, ¿Cuál es tu nombre?.Preguntó, dirigiéndose al muchacho que había vuelto a adoptar la posición de siempre.

-Deimos, señor.-Respondió el niño, sin alzar la vista del suelo.

El jefe abrió los ojos como platos, el sudor de su frente comenzó a deslizarse por sus mejillas y Roberto que nunca había visto semejante expresión en el rostro del jefe. No pudo evitar, aterrorizarse de la misma forma.

-Charlie... eres un maldito hijo de puta.-Dijo el jefe, para sus adentros.


Continuará...

viernes, 27 de mayo de 2011

Sakura & Yukito

-Sakura... Sakura... ¿Me oyes?.

-Pareces como dormida. Pero... pero, yo sé... que no es así.

-Sakura... Sakura...

Recuerdo... que la lluvia caía sin tregua, como diminutos misiles... que golpeaban los cristales del auto. Peleábamos, tenía la vista fija en tus ojos... recuerdo... que derramaban lágrimas. Sólo... sólo me descuidé por un segundo. ¡Lo sé! ¡maldita sea!. No debí... no debí quitar la vista del camino.
Pero... ¿porqué?. ¡Diablos!... Sakura... ¡Te extraño!.

-Yukito...

-No papá... ¡NO!. Estaré aquí hasta que despierte...

-Pero...

-¡Pero nada!.

No recuerdo el motivo de nuestra pelea, y no quisiera recordar. ¡Maldigo aquél momento!... aquella fiesta... aquellos brindis... ¡Todo!. Ahora estas allí, como dormida. Esperando a que te despierte... soñando talves... ¿Sueñas Sakura?...

-¡¡SAKURA!!... ¡¡DESPIERTA!!.

-¡Señor, tranquilícese!... No puede seguir aquí si va continuar con esa actitud, debe calmarse.

-¿Calmarme me dice?... ¿usted se calmaría?... ¡¡RESPONDAME!!. ¿Usted guardaría la calma si vé todos los días a la mujer que ama al borde de la muerte?... ¡¡RESPONDA!!.

Recuerdo... cuando nos conocimos. Eras tan linda... que no supe como hablarte. Solo balbucé algunas palabras que ni yo mismo entendí pero... pero tu comprendiste, ¿verdad?. Fuimos al baile... ¿recuerdas?.
Fuí a recogerte a tu casa, salió tu padre con su mirada severa que me analizaba de pies a cabeza... yo lo recuerdo... ¿tu?. Luego bajaste por tus escaleras... yo abrí los ojos como platos... seguramente, muy similar a la de un sapo.
Pero tu eras la princesa... tu ibas a darme ese beso al final del baile, que me iba a convertir tal vez no en principe... pero si en tu compañero para toda la vida... vida... ¿eh?.

-Señor, por favor tenga la amabilidad de retirarse. Puede volver cuando se halla tranquilizado.

-¿Retirarme? ¡¡NI UNA MIERDA!!.

-Yukito... hijo...

-¡Déjame papá!... puedo caminar solo.

Recuerdos... ¿eh?. Pues... los recuerdos no sirven de nada ahora. Quiero tenerte entre mis brazos... quiero oír tu voz, quiero sentir el calor de tus mejillas cuando te doy un beso... ¡Dios!... por favor... por favor.

-¡Yukito!... ¡¡YUKITO!!.

-¿Qué pasó papá?... ¿Sakura se encuentra bien?, ¡no me asustes!.

-Mejor que eso hijo... quiere hablar contigo.

Recuerdo... que Yamada que dijo lo mismo: '' ¡Hey!... ¡Yukito!. Dice Azuki que le contó Sakura, que quiere hablar contigo".

-¡Sakura!... sakura... saku... sa... ¡Gracias a Dios!.

-Tranquilo amor, ahora todo va estar bien.

Como en aquél entonces... comprendiste, ¿verdad?. Supiste que iba a invitarte al baile de graduación... como ahora, supiste... que sólo necesitaba que alguien me dijera que todo iba a estar bien.

sábado, 14 de mayo de 2011

El Reino de la vida y la muerte: Maestros de espadas.

Prólogo:

Que el Emperador de Jade me perdone, si en este relato falto a la verdad. Y que caiga yo en batalla, si lo que os voy a relatar no honra el honor de los caídos en guerra.

Hace mucho, muchísimos años antes de la era de sus abuelos, tatarabuelos y demás ancestros que los predececieron. En una china devastada por las tempestades y la maldad, habitada por demonios e inmortales; encarnizados en una lucha sin fin. Existieron dos honorables guerreros;¿sus nombres?: Kun y Kong.
Pero antes, de ser reconocidos y respetados, como grandes maestros en las artes de las espadas. Tuvieron una historia; cargada de tristeza y valor. Pero que endurecieron sus corazones, para guiarlos después hacia el camino de alcanzar sus sueños.

Una niebla espesa se desplazaba por el campo de batalla. El viento era frío y nos golpeaba el rostro como queriéndose librar de nuestros impuros y repugnantes cuerpos endurecidos por las corazas como gigantes de los picos del norte y bañados en sangre como desalmados demonios.
Los últimos rayos de sol, iluminaban tenuemente las armaduras de los cuerpos caídos en batalla; algunos por flechas que atravesaron sus corazones, y otros desgarrados por el filo de las espadas.

-¡Mi señor Kun! ¡mi señor!. Alguien se acerca por el norte.-Advirtió Cheng, apuntando con su mano el lugar que deseaba que observara.

Cuando volví la mirada en dirección al punto que me indicaban, ví con claridad y temor; una silueta alta, corpulenta, acercarse a paso despreocupado en dirección nuestra.
Llevaba una gran espada colganda de la cintura. Y solo me bastó aquél objeto, para darme cuenta de quien se trataba.

miércoles, 11 de mayo de 2011

TOMMY y los juegos vampíricos

Como ser un vampiro y no morir en el intento. Parte Vl

Cuando Tommy abrió los ojos, lo primero que pensó fué que no estaba muerto. Eso le causó un bienestar enorme.
Pero cuando se percató en donde se encontraba, todo sus pensamientos anteriores le parecieron ridículos.

Se hallaba flotando en un espacio, semejante al infinito. Todo a su alrededor, estaba salpicado de colores, como pequeñas estrellas coloridas pintadas en una absoluta negrura.
No sentía ninguna brisa, pero sus ropas se arremolinaban, ondeando al ritmo de una corriente de aire que no provenía de ninguna parte.
Sus cabellos hacían lo mismo, y la cabeza ya no le dolía. Por el contrario, parecía ligera, como si todos sus pensamientos hubiesen sido extraídos, succionados por alguna aspirado para mentes problemáticas.
De pronto, los pequeños puntos de colores comenzaron a girar a gran velocidad, formando espirales. Ocultando rápidamente la oscuridad y en su lugar, dejando líneas de colores parecidas a un arco iris. Tommy sintió marearse y volvió a desmayarse.

En esta ocasión, cuando volvió a abrir los ojos. Todo el universo colorido que había conocido anteriormente, había desaparecido. En su lugar se extendía un gran pasadizo. De paredes lisas como el mármol, con una puerta blanca al final del camino.
Tommy dió un paso tímidamente y el suelo rugió, como si fuera de alguna madera muy vieja. Pero cuando miró hacia abajo, lo que vió no era madera, ni concreto. Simplemente no había nada. Se hallaba pisando un suelo que tampoco existía al igual que el viento del escenario anterior.
Volvió a oírse el rugido, pero esta vez Tommy no había movido ni un músculo.

Después de unos segundos, en los que comenzó a cavilar la posibilidad de peñizcarse para ver si estaba soñando. El ambiente se sumergió en un silencio incómodo y aterrador.
Pero cuando decidió inflingirse dolor, el rugido volvió a resonar en aquél pasadizo angosto. Provocando que la piel de tommy se erizara cual si fuera un cuerpoespín.

-¡Tiene que ser un sueño!-Dijo Tommy. Y lo dijo firmemente, como para darse valor.

-Y como es un sueño. Nada, absolutamente... nada, de lo que halla detrás de esa puerta, me puede dañar. -Afirmó el muchacho. Frunciendo el ceño y dándose un golpe de puño en el pecho.

El rugido resonó nuevamente, provocándo un largo eco en el pasadizo. Pero a Tommy ya no se le erizó la piel. No le temblaron las piernas ni las manos. Un brillo tenue adornaban sus ojos, sus facciones se relajaron, otorgándole un aspecto de paz a su pálido rostro.

-Vamos a ver que esconde este lugar.-Dijo con convicción. Mientras azomaba una sonrisa irónica en su rostro.

Volvió a dar otro paso, e inmediatamente se vió frente a la puerta. No se sorprendió de la velocidad en la que se había movido.
Puso su mano derecha sobre la perilla dorada, la giró sin dudar y terminó por empujar la puerta.
Una luz blanquecina le calló de lleno en la cara, pero no lo cegó.

Lo que presenció a continuación, disipó la tranquilidad que había obtenido hasta ese momento.
Había sillas de oficina, estanterías, y una larga mesa, ubicada en medio del cuarto.
Pero lo que se hallaba en una ezquina, encogida como un primate en el suelo. Lo sacó de su tranquilidad y de inmediato le envargó un miedo absoluto.

Una criatura horroroza, de piel lisa y arrugada. Con los huesos de la espalda casi a la vista. Sobresaliendo, como si fueran a romper su piel sin vellos.
Emitía un gruñido profundo, como la de una fiera, cuando se siente amenazada. Masticaba algo que sujetaba entre sus garras.

Tommy vió al instante, como un charco de sangre se deslizaba por las pezuñas de la criatura, y no pudo evitar aterrorizarse, cuando la bestia comenzó a olfetear el ambiente, encontrándose con el aroma del miedo, su favorito.
De inmeadiato volteó y dejó al descubierto su cabeza deforme. Con ojos pequeños como los de un reptil, que brillaron amenazantes.
Entre sus mandíbulas anchas y fuertes, como las de un pitbull. Se deslizaban chorros de sangre, que impactaban contra el suelo.
Sus ojos amarillos brillaron con intensidad al encontrarse con la mirada llena de terror de Tommy.
Soltó lo que tenía entre sus garras, que a simple vista, parecía un brazo humano. Se agazapó de inmediato, adoptando una posición de ataque. Sus pezuñas traseras comenzaron a moverse inquietas, mientras Tommy se moría de terror. Estaba seguro, por primera vez en su vida que iba a morir y que su muerte iba ser lenta y dolorosa.

La criatura brincó con fuerza, e impacto duramente con el cuerpo de Tommy. Lo inmolizó con sus fuertes patas, y se disponía a llevar su gran mandíbula a buen recaudo.
Pero en ese instante, Tommy escuchó una voz que le susurraba, que despertara.

Tommy... Tommy... tio, no me asustes...

El sol empezaba a caer, cuando Héctor encontró a su amigo tendido en el pavimento. Pero para consuelo del mismo, a los pocos minutos de encontrarlo tendido como si estuviese muerto, despertó.

Al principio para variar, Tommy pensó que esta vez si la había palmado. Y esperaba ir al paraíso, donde disfrutaría de una vida esplendorosa, según lo que había leído en la biblia.
Pero conforme su mente iba despavilando, dejándo entrar en sus pulmones aire fresco. Que lo ayudaba a tranquilizar los nervios que la pesadilla había provocado en él.
Se percató en pocos segundos, que se encontraba vivito y coleando, bueno, tendido en el suelo.

-¿Qué pasó?.-Preguntó desorientado.
Mientras abría lentamente los ojos. Encontrando los de Héctor, muy abiertos y dilatados.

-¡Por el amor de Dios! ¡Tio!-Vociferó Héctor. Dibujando una sonrisa en su rostro..-Me acabas de pegar un susto enorme. Pensé que la habías palmado, y yo que solo he visto muertos en las pelis. Y esta avenida... que está bien... desierta. ¡Ni una persona cuando se necesita!.

-Vale tio.-Dijo Tommy. Interrumpiendo el monólogo histérico de su amigo. Mientras iba incorporándose del suelo, primero sobre los cuartos traseros y después, ya de pie.

-¿Seguro que te encuentras bien? ¿No quieres que te acompañe a ver al doctor?-Sugirió Héctor. Mirando fijamente a su compañero.

Tommy no recordaba haber asegurado, que se hallaba bien. Pero atribuyó esa idea a la desesperación de su amigo.

-Estoy bien.-Dijo en tono relajado.-Un poco mareado nada de que preocuparse.

Mientras caminaban hacia la casa de Tommy, Héctor no dejó de observarlo durante todo el trayecto.
Cuando ya se encontraron frente a la casa, Héctor se despidió y le recordó a su amigo que podía llamarlo si necesitaba algo.
Pero cuando hubo dado dos pasos, dió media vuelta y volvió a preguntar sobre el estado de salud de su amigo. Al obtener un "-Todo esta bien" por parte de Tommy. Se marchó, lentamente, como si aguardara a que Tommy lo llamara.

Cuando Tommy cerró la puerta de su habitación a sus espaldas, todo el peso del cansancio, desplomó su cuerpo en un profundo sueño.
Ni siquiera se percató de la presencia de Teddy, ni en sus cosas , ni en la vida misma. Se dejó abrazar por Morfeo hacia un mundo transparente.
No tuvo sueños, y cuando despertó empezó a caminar como un zombie por su casa, hasta que calló la noche y volvió a domir como un bebé, sin pesadillas, ni preocupaciones.

Continuará...