Como ser un vampiro y no morir en el intento. Parte ll
-¡Despierta de una maldita vez!-Gritó a todo pulmón.
Su amigo Héctor que intentaba despertarlo, se encogió en su asiento con una expresión en su rostro como cuando quien rompe un jarrón y le dice a sus padres "Yo no fuí".
Tommy abrió los ojos, sobresaltado, con la respiración acelerada. Al instante, se percató que todo había sido un mal sueño, y que toda su clase lo miraba.
Luego de una pausa que le pareció interminable, sus compañeros rompieron en carcajadas y cuchicheos como: " Si que es raro", "Que idiota", "Es un fenómeno".
Comentarios a los que Tommy estaba acostumbrado.
-Silencio...alumnos.
Siguieron las carcajadas.
-¡Silencio, o se quedarán sin recreo!-Vociferó la insoportable profesora Martha.
El aula se llenó de un silencio habitual en la clase de historia, como si estuviesen presentes en un velatorio.
Silencio y están castigados eran las palabras favoritas de la profesora de cuarenta años. Con anteojos de la espesura de culo de botella, que hacían ver dos pequeños ojitos de cerdo. Sumando sus proporciones corporales, que eran circulares, aquellos ojos le iban bien.
Era la única maestra en dejar más tarea de la habitual, y la última en irse del salón. Siempre les quitaba la mitad del recreo.
Aquella cerdita de impecable moño detrás de la nuca, de tacones bajos y falda baja y que ponía notas más bajas aún. Dirigió sus pequeños ojos de canica al escandaloso Tommy. "Dios perdona el pecado pero no el escándalo" Solía decir con su voz chillona y, con esa misma voz de urraca dijo:
-Tomás Sánchez, póngase de pie.
Tommy obedeció sin chistar. Aunque hubiese preferido que se lo coman los zombies.
-¿A qué se debe ese vocabulario en mi clase... alumno?-Preguntó la rechoncha maestra.
-Ehmm... uhmmm... bueno...-Balbuceó Tommy. Sin poder articular ni una frase.
-¿Disculpe?-Preguntó la mamá de los cerditos. Y luego añadió en tono irónico -Vocalice bien y enderece esa joroba.
Lo que provocó risitas casi inaudibles entre sus malvados compañeros. Miss Martha las ignoró, sólo para provocar humillación en Tommy.
-Lo que sucedió fué que tuve... una pesadilla.-Dijo Tommy. Armándose de valor para que las palabras le salgan lo más claras posibles.
La maestra lo observó desde detrás de sus enormes anteojos de marco anticuado, y con un "ya veo", sentenció lo que era inevitable.
-Se quedan sin recreo...
Al oír estas palabras los alumnos se vieron obligados por instinto a reclamar. Y el reclamo habitual en la clase 2-B en las circunstancias de opresión, consistía en una serie de silvidos a todo pulmón, acompañados de abucheos, comparados a una manada de becerros.
Claro, no sin antes ocultarse detrás del compañero que tenían delante. Los de la primera fila siempre eran los perjudicados.
-¡Silencio!-Vociferó nuevamente la corpulenta profesora. Acomodándose los anteojos con sus dos rechonchos dedos.
El aula volvió a quedar en un silencio sepulcral. Como era habitual. Era como si la maestra tuviera magia en esa palabra, si decía silencio, silencio era lo que debía obtener.
-Analizando su comportamiento, me parece que tienen deseos de continuar mi clase por muchos recreos en todo el año.-Amenazó firmemente en tono tétrico. Sólo le faltó la risita de bruja de dibujos animados.
-No tendrán recreo hasta nuevo aviso y, no quiero oír sus berrinches.-Sentenció con autoridad la maestra.
Los alumnos no se atrevieron a proceder con sus reclamos, por miedo a que dejara más tarea de la que podrían soportar. Se quedaron en silencio, acomodados en sus pupitres, con los ojos llenos de impotencia.
-Volviendo con usted, señor Sánchez. Le daré unos minutos para que duerma, pero eso será cuando terminé mi clase. Ahora, preste atención. Quiero que me diga los nombres de todos los incas que he mencionado anteriormente.
Tommy no tenía ni la mínima idea de cuales eran, porque se había quedado dormido y tampoco esperaba dormir luego. Después de las miradas asesinas que le lanzaban José y Jhon, los primeros puestos de la clase de atletismo.
Dió un vistazo rápido a su amigo Héctor, como pidiendole ayuda. Pero este aún no salía del shock que se llevó a causa del grito de Tommy.
-Estoy esperando alumno.-Dijo irónicamente la bola de grasa con anteojos.
Mientras blandía su lapicero rojo como su arma de guerra.
Tommy volvió a ver a su amigo que empezó a buscar entre los papeles que tenía sobre su pupitre, mientras lograba escoger una lámina con los doce incas, que deslizó hacia la esquina de su pupitre, para que Tommy pudiera ver.
-uhmm... Manco... Capac.-Logró decir justo a tiempo. Evitando que la profesora escribiera en la libreta.
-Continue...-Dijo la maestra, con los ojos llenos de sorpresa.
-Ehmm... Sinchi... Roca.-Volvió a decir Tommy, acertándo nuevamente en su respuesta.
Así empezo a decir los nombres de cada inca. Dejando a su maestra estupefacta.
Tommy se llenó de alegría y hasta sintió que ese día no iba a ser del todo malo. Hasta que llegó al último inca, al cuál no distinguía bien.
A penas podía leer las letras, así que se aventuró a leer, mientras pensaba en su triunfo.
-Ja... Jam... James Bond.-Dijo finalmente.
(¿James Bond?-Mierda)-Maldijo mentalmente.
-Lo imaginaba.-Dijo Miss Martha triunfalmente. Y prosiguió a escribir con su lapicero rojo en la libreta. Dibujando claramente dos ceros.
Mientras las risitas aumentaron su intensidad y las miradas asesinas de José y Jhon no disminuyeron.
Sonó el timbre que anunciaba el recreo, y como era obvio, ellos no saldrían.
Continuará...
jueves, 9 de diciembre de 2010
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