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sábado, 14 de mayo de 2011

El Reino de la vida y la muerte: Maestros de espadas.

Prólogo:

Que el Emperador de Jade me perdone, si en este relato falto a la verdad. Y que caiga yo en batalla, si lo que os voy a relatar no honra el honor de los caídos en guerra.

Hace mucho, muchísimos años antes de la era de sus abuelos, tatarabuelos y demás ancestros que los predececieron. En una china devastada por las tempestades y la maldad, habitada por demonios e inmortales; encarnizados en una lucha sin fin. Existieron dos honorables guerreros;¿sus nombres?: Kun y Kong.
Pero antes, de ser reconocidos y respetados, como grandes maestros en las artes de las espadas. Tuvieron una historia; cargada de tristeza y valor. Pero que endurecieron sus corazones, para guiarlos después hacia el camino de alcanzar sus sueños.

Una niebla espesa se desplazaba por el campo de batalla. El viento era frío y nos golpeaba el rostro como queriéndose librar de nuestros impuros y repugnantes cuerpos endurecidos por las corazas como gigantes de los picos del norte y bañados en sangre como desalmados demonios.
Los últimos rayos de sol, iluminaban tenuemente las armaduras de los cuerpos caídos en batalla; algunos por flechas que atravesaron sus corazones, y otros desgarrados por el filo de las espadas.

-¡Mi señor Kun! ¡mi señor!. Alguien se acerca por el norte.-Advirtió Cheng, apuntando con su mano el lugar que deseaba que observara.

Cuando volví la mirada en dirección al punto que me indicaban, ví con claridad y temor; una silueta alta, corpulenta, acercarse a paso despreocupado en dirección nuestra.
Llevaba una gran espada colganda de la cintura. Y solo me bastó aquél objeto, para darme cuenta de quien se trataba.

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