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miércoles, 11 de mayo de 2011

TOMMY y los juegos vampíricos

Como ser un vampiro y no morir en el intento. Parte Vl

Cuando Tommy abrió los ojos, lo primero que pensó fué que no estaba muerto. Eso le causó un bienestar enorme.
Pero cuando se percató en donde se encontraba, todo sus pensamientos anteriores le parecieron ridículos.

Se hallaba flotando en un espacio, semejante al infinito. Todo a su alrededor, estaba salpicado de colores, como pequeñas estrellas coloridas pintadas en una absoluta negrura.
No sentía ninguna brisa, pero sus ropas se arremolinaban, ondeando al ritmo de una corriente de aire que no provenía de ninguna parte.
Sus cabellos hacían lo mismo, y la cabeza ya no le dolía. Por el contrario, parecía ligera, como si todos sus pensamientos hubiesen sido extraídos, succionados por alguna aspirado para mentes problemáticas.
De pronto, los pequeños puntos de colores comenzaron a girar a gran velocidad, formando espirales. Ocultando rápidamente la oscuridad y en su lugar, dejando líneas de colores parecidas a un arco iris. Tommy sintió marearse y volvió a desmayarse.

En esta ocasión, cuando volvió a abrir los ojos. Todo el universo colorido que había conocido anteriormente, había desaparecido. En su lugar se extendía un gran pasadizo. De paredes lisas como el mármol, con una puerta blanca al final del camino.
Tommy dió un paso tímidamente y el suelo rugió, como si fuera de alguna madera muy vieja. Pero cuando miró hacia abajo, lo que vió no era madera, ni concreto. Simplemente no había nada. Se hallaba pisando un suelo que tampoco existía al igual que el viento del escenario anterior.
Volvió a oírse el rugido, pero esta vez Tommy no había movido ni un músculo.

Después de unos segundos, en los que comenzó a cavilar la posibilidad de peñizcarse para ver si estaba soñando. El ambiente se sumergió en un silencio incómodo y aterrador.
Pero cuando decidió inflingirse dolor, el rugido volvió a resonar en aquél pasadizo angosto. Provocando que la piel de tommy se erizara cual si fuera un cuerpoespín.

-¡Tiene que ser un sueño!-Dijo Tommy. Y lo dijo firmemente, como para darse valor.

-Y como es un sueño. Nada, absolutamente... nada, de lo que halla detrás de esa puerta, me puede dañar. -Afirmó el muchacho. Frunciendo el ceño y dándose un golpe de puño en el pecho.

El rugido resonó nuevamente, provocándo un largo eco en el pasadizo. Pero a Tommy ya no se le erizó la piel. No le temblaron las piernas ni las manos. Un brillo tenue adornaban sus ojos, sus facciones se relajaron, otorgándole un aspecto de paz a su pálido rostro.

-Vamos a ver que esconde este lugar.-Dijo con convicción. Mientras azomaba una sonrisa irónica en su rostro.

Volvió a dar otro paso, e inmediatamente se vió frente a la puerta. No se sorprendió de la velocidad en la que se había movido.
Puso su mano derecha sobre la perilla dorada, la giró sin dudar y terminó por empujar la puerta.
Una luz blanquecina le calló de lleno en la cara, pero no lo cegó.

Lo que presenció a continuación, disipó la tranquilidad que había obtenido hasta ese momento.
Había sillas de oficina, estanterías, y una larga mesa, ubicada en medio del cuarto.
Pero lo que se hallaba en una ezquina, encogida como un primate en el suelo. Lo sacó de su tranquilidad y de inmediato le envargó un miedo absoluto.

Una criatura horroroza, de piel lisa y arrugada. Con los huesos de la espalda casi a la vista. Sobresaliendo, como si fueran a romper su piel sin vellos.
Emitía un gruñido profundo, como la de una fiera, cuando se siente amenazada. Masticaba algo que sujetaba entre sus garras.

Tommy vió al instante, como un charco de sangre se deslizaba por las pezuñas de la criatura, y no pudo evitar aterrorizarse, cuando la bestia comenzó a olfetear el ambiente, encontrándose con el aroma del miedo, su favorito.
De inmeadiato volteó y dejó al descubierto su cabeza deforme. Con ojos pequeños como los de un reptil, que brillaron amenazantes.
Entre sus mandíbulas anchas y fuertes, como las de un pitbull. Se deslizaban chorros de sangre, que impactaban contra el suelo.
Sus ojos amarillos brillaron con intensidad al encontrarse con la mirada llena de terror de Tommy.
Soltó lo que tenía entre sus garras, que a simple vista, parecía un brazo humano. Se agazapó de inmediato, adoptando una posición de ataque. Sus pezuñas traseras comenzaron a moverse inquietas, mientras Tommy se moría de terror. Estaba seguro, por primera vez en su vida que iba a morir y que su muerte iba ser lenta y dolorosa.

La criatura brincó con fuerza, e impacto duramente con el cuerpo de Tommy. Lo inmolizó con sus fuertes patas, y se disponía a llevar su gran mandíbula a buen recaudo.
Pero en ese instante, Tommy escuchó una voz que le susurraba, que despertara.

Tommy... Tommy... tio, no me asustes...

El sol empezaba a caer, cuando Héctor encontró a su amigo tendido en el pavimento. Pero para consuelo del mismo, a los pocos minutos de encontrarlo tendido como si estuviese muerto, despertó.

Al principio para variar, Tommy pensó que esta vez si la había palmado. Y esperaba ir al paraíso, donde disfrutaría de una vida esplendorosa, según lo que había leído en la biblia.
Pero conforme su mente iba despavilando, dejándo entrar en sus pulmones aire fresco. Que lo ayudaba a tranquilizar los nervios que la pesadilla había provocado en él.
Se percató en pocos segundos, que se encontraba vivito y coleando, bueno, tendido en el suelo.

-¿Qué pasó?.-Preguntó desorientado.
Mientras abría lentamente los ojos. Encontrando los de Héctor, muy abiertos y dilatados.

-¡Por el amor de Dios! ¡Tio!-Vociferó Héctor. Dibujando una sonrisa en su rostro..-Me acabas de pegar un susto enorme. Pensé que la habías palmado, y yo que solo he visto muertos en las pelis. Y esta avenida... que está bien... desierta. ¡Ni una persona cuando se necesita!.

-Vale tio.-Dijo Tommy. Interrumpiendo el monólogo histérico de su amigo. Mientras iba incorporándose del suelo, primero sobre los cuartos traseros y después, ya de pie.

-¿Seguro que te encuentras bien? ¿No quieres que te acompañe a ver al doctor?-Sugirió Héctor. Mirando fijamente a su compañero.

Tommy no recordaba haber asegurado, que se hallaba bien. Pero atribuyó esa idea a la desesperación de su amigo.

-Estoy bien.-Dijo en tono relajado.-Un poco mareado nada de que preocuparse.

Mientras caminaban hacia la casa de Tommy, Héctor no dejó de observarlo durante todo el trayecto.
Cuando ya se encontraron frente a la casa, Héctor se despidió y le recordó a su amigo que podía llamarlo si necesitaba algo.
Pero cuando hubo dado dos pasos, dió media vuelta y volvió a preguntar sobre el estado de salud de su amigo. Al obtener un "-Todo esta bien" por parte de Tommy. Se marchó, lentamente, como si aguardara a que Tommy lo llamara.

Cuando Tommy cerró la puerta de su habitación a sus espaldas, todo el peso del cansancio, desplomó su cuerpo en un profundo sueño.
Ni siquiera se percató de la presencia de Teddy, ni en sus cosas , ni en la vida misma. Se dejó abrazar por Morfeo hacia un mundo transparente.
No tuvo sueños, y cuando despertó empezó a caminar como un zombie por su casa, hasta que calló la noche y volvió a domir como un bebé, sin pesadillas, ni preocupaciones.

Continuará...

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