
-Bueno mi estimado warrior, cuento contigo esta noche. -Afirmó Tom, rompiendo el hielo.
-Por supuesto, no les fallaré. -Respondió Percy, sonriendo plenamente.
En sus ojos, llameaba una tranquilidad absoluta. Me daba la sensación de seguridad, como si tenerlo en nuestro equipo para cometer la torpesa de esta noche, fuera como ser protegido por una gigantesca coraza impenetrable, una troya humana.
Luego se despidió y se fué corriendo, como el viento hacia su casa, con la promesa de volver esta noche. Lo ví alejarse, con el sol brillando en su cuerpo cual si fuera una armadura, y él un antiguo guerrero marchando hacia el combate.
-¿Estas listo vampiro?. -Preguntó Tom.
-Eso creo. -Respondí. Ahora que Percy se había marchado, me invadió un pequeño temor, no estaba seguro de lo que iba a suceder esta noche y eso me aterraba.
-Todo saldrá perfectamente bien. -Dijo Tom. Como si hubiese leído mis sentimientos; o tal vez mi preocupación era extrema que se reflejaba en mi rostro.
-Lo sé, confío en ti. -Respondí, observando sus ojos y dirigiéndole una amplia sonrisa. Tom me devolvío el gesto y luego caminamos por la acera, en sentido contrario a la dirección que Percy había tomado.
Lo malo de perder el autobús es tener que caminar varias cuadras con el jodido calor quemandote la espalda, además de tener que pasar por la casa del chico más molesto de la avenida. Jorge un gordito que se pasa el día molestando a los vecinos, dicen que domina su pequeña cuadra por que sabe secretos bochornosos de la mayoría de residentes, en su totalidad infieles. Seguramente, espíando comodamente desde su amplia silla ubicada en el jardín de su casa, astutamente escondida, consigue las primicias.
-¡Maldita sea!, -me quejé.
Estabamos a dos metros de alcanzar la casa del gordo Jorge.
-Lo sé, -dijo Tom.
-Es mejor si corremos a partir de aquí, -sugerí y Tom asintió.
Cruzamos a toda velocidad, sin voltear a ver si sentado en su trono grasoso se encontraba el pesadito.
Nos encontrabamos a casi un metro de alcanzar la meta, el final, el límite que divide la casa de Jorge con la de Marilyn; su vecina, cuando una irritante risita estúpida llegó a nuestros oídos. No pudimos evitar detenernos y voltear a ver de donde provenía la burla. Como era de esperar, Jorge se encontraba desparramado en su asiento de cuatro patas, a punto de quebrarse.
-¡Hola!, amigos ... ¿Como estan?. -Preguntó Jorge, achinando los ojos mientras finjía una sonrisa amistosa.
-¿Amigos?, vuelve a decir eso y te rompo la cara maldito gordo.
-Amenazó Tom, irritado, alzando el puño.
-Tranquilizate Tom. -Sugerí, mientras le ponía una mano encima del hombro.
-No es necesario que me defiendas Gabriel, puedo tratar con chicos primitivos. -Se burló, arqueando las cejas y mirando desafiante en
dirección a Tom.
-¡No te estoy defendiendo!. -respondí airado.
Jorge era realmente irritante, no podía permanecer más tiempo ni a centímetros de él.
-¿No?, pues que lástima, yo si te defendería si un perro pulgoso quisiera atacarte.
El pequeño cerdito se quería pasar de listo, haciendo enfadar al lobo sin ningún motivo; o tal vez ¿si?.
-¡¡Se acabo!!, te voy a dar una lección maldito mocoso, -amenazó Tom, acercandose rapidamente hacia Jorge.
-¡Espera Tom!, lo agarre a tiempo del brazo y luego añadí :
-No vale la pena, es simplemente un niño engreído, alguien que no será uno de nosotros, le dará su merecido tarde o temprano.
Tom se quedó rígido, observando furiosamente a Jorge.
-Vamonos Tom, -dije, jalandolo del brazo para retirarlo del campo de batalla. Pero no se movió.
-Esta vez no Gabriel, le daré su merecido a este cerdo insolente, luego podremos irnos.
Examiné a Tom, estaba totalmente enfurecido y por lo bien que lo conosco, nada podría moverlo de ahí hasta que termine con lo que ha decidido.
-No estoy de acuerdo, pero si no quieres tomar mi consejo ya no puedo hacer más. Solté su brazo y me aparte a un lado. Lo dejé inmovil, rígido, examinando a Jorge. Después de unos segundos, se lanzó hacia su presa, como el más feroz de los lobos.
El grasoso cerdo se quedó sentado, no podía hacer más que esperar que su depredador muerda su cuello.
Tom cayó con fuerza encima de Jorge, derribandolo de su trono, sujetandolo del cuello con las dos manos, apretando cada vez más fuerte.
El pequeño cerdito, lloraba, crillaba ... ¡¡oink!!¡¡Oink!!¡¡Oink!!. Pero el lobo no dejaba de apretar su cuello, no lo iba a soltar hasta que dejara de respirar. Tom estaba totalmente furioso, airado, irreconocible, los ojos le brillaban, estaba descontrolado.
-¡¡Es suficiente Tom!!, grité, acercandome a él y sujetandolo por los hombros, sacudiendolo, intentando hacer que reaccione. Pero fué en vano, estaba descontrolado, era como un lobo impidiendo que le quiten su presa.
Estaba desesperado, los chillidos de Jorge me desesperaban, no sabía que hacer, solo repetía una y otra vez que lo dejara libre, pero Tom no me oía, esta imerso en su furia.
El sol seguía brillando esplendorosamente, el ambiente se volvió pesado, como si el tiempo se hubiese detenido, como si el sonido hubiese sido puesto en Mute y solo se escuchara el sonido palpitante de mi corazón frenético, mi mente no respondía.
Cuando de improviso, como si el sol hubiese sido ocultado por una enorme nube, sentí como una sombra se expandía, se erguía detrás de mí.
Me quedé pretrificado, recordé que Jorge tenía un hermano mayor, Billy el Chico problemático de este lado de la calle.
Pasó por mi lado, caminando lentamente en dirección de Tom, Lo ví, no podía hacer nada, tenía miedo, era un cobarde.
En el suelo seguía la presa y encima estaba el depredador. Billy tomó del Pelo a Tom y con un golpe directo en la cara, lo derribó. Tom no se volvió a mover.
Yo seguía de pie, aterrado, no sabía que hacer, mi mente se nubló. Billy se acercaba a mí, su mirada era asesina, sonreía como si golpear
fuera una diversión, como si lo satisfaciera.
Se encontraba a un metro de distancia, listo para lanzar un directo a mi rostro.
-¡Hey!, chico problemas, ¿Ese auto es tuyo?. Una voz cálida tranquilizó mis miedos, me sentí salvado, voltié en dirección a la voz y ví a una chica de lentes apuntar a un auto rayado en la superficie de la pintura.
-¡Maldita zorra!, tu hiciste eso, Gritó billy, corriendo hacia la muchacha.
Mi cuerpo empezó a recobrar movilidad, mis sentidos despertaban y ví como ese delincuente iba detrás del segundo salvador del día, empezaba a creer que esto era un sueño y que pronto despertaría.
Ahora sentía una rabia avivandose en mi interior, como una bomba a punto de explotar, una sed de sangre que nunca había experimentado.
Voltié buscando al pequeño cerdito y lo encontré caminando penosamente hacia su casa, corrí en su dirección, lo tome de la playera, y lo empujé hacia atrás con toda mi fuerza. Cayó al cesped, sus ojos seguían inundados en lágrimas, pero no me interesó, no me importaba si era un niño, mi odio crecía conforme lo miraba, necesitaba vengar a Tom y la única idea que poseía mi mente era la de lastimar a Jorge.
Mantuve mi vista fija en él, no sabía que aspecto tenía mi rostro en aquel momento pero Jorge estaba aterrado, empezaba a rogar, pedía que
lo dejara libre y que nunca volvería a molestarnos. Pero no escuché, lo agarré del cabello y lo levanté, jorge gemía de dolor, chillaba como el cerdo que era, lo puse a la altura de mis ojos y le dije :
-Si lastimas a mis amigos, te lastimaré de la misma manera; o peor, dependiendo que animos tenga, luego sonreí.
Alcé mi puño, lo llevé hacia atrás y estaba listo para acertar un directo a su redonda cara, cuando la misma voz cálida de hace un momento me
trajo a la realidad, rescatandome de ese lugar oscuro al que me había sumergido.
-Déjalo, no te ensucies las manos por cosas que no tienen sentido.
Era la muchacha que me salvó de Billy, había vuelto. Solté a Jorge, cayó bruscamente impactando en el ceped, voltié y la ví directo a los ojos.
-Lo siento, no sé que me pasó, el de hace un momento no era yo.
Mi cuerpo estaba cálido, fuí invadido por una tranquilidad, era la misma sensación que tuve cuando Percy estaba cerca.
-Eso creo ... en fin, el chico problemas no tardará en regresar, es preferible que salgas de aquí ahora mismo, dijo en tono serio, evadiendo mi mirada.
-Tienes razón, pero antes, no sé si podrías decirme tu nombre.
-Casandra.
No volvió a decir una palabra más, me dió la espalda y salió corriendo. Entró a la casa de en frente, al parecer era una chica con dinero, por que pertenecía a la familia Giardelli.
-Gabriel, llamó Tom. Se había puesto de pie y parecía aturdido por el golpe que acababa de recibir.
Fuí hacia él, pasé uno de sus brazos por mi espalda y lo ayudé a caminar.
-Es mejor que salgamos de aquí, Billy no tardará en regresar.
-Ese maldito pandillero, ya me las pagará cuando lo encuentré otra vez. Amenazó, frunciendo el ceño.
-Claro Tom, ahora agilicemos el paso.
Lo llevé hasta mi casa, en el trayecto empezó a sentirse bien y hasta caminó algunos metros por su cuenta. Abrí la puerta de mi habitación, Tom se acostó en mi cama, mirando pensativamente el techo.
-¿En que piensas?, pregunté.
-En lo de esta noche, ¿Lo has olvidado?, preguntó.
-¡Maldición!, grité.
Acaso no hemos tenido suficientes problemas por hoy. ¿Aún así quieres buscar más?.
-No sucederá nada que no haya planeado de ante mano.
Tomé asiento, esperando a que el computador se encendiera y luego añadí:
-Definitivamente eres un cabeza dura, Tom rió complacido.
La PC encendío, inicié sesión y hice doble click en el ícono de internet explorer. Me alistaba para sacar el videojuego del asesino del tornillo, cuando en la pantalla apareció derrepente un Gifs de una sacerdotisa dibujada al estilo cartoon, sonriendo burlonamente mientras sostenía un pequeño sobre de mensajería.
Hice click en el personaje animado y la ventana se redireccionó a una página web titulada "la sacerdotisa", donde para mi asombro en varias fotografías del día, se encontraba Jorge en situaciones comprometedoras.
En algunas se encontraba duermiendo con un oso de peluche mientras se chupaba el dedo pulgar, en otras aparecía con un tutú de ballet posando para la cámara. El tema llevaba por título, "El cuarto cerdito quien no hechó seguro a la puerta de su casa".
-Tom, acércate, no lo vas a creer.
Después de ver las ridículas fotografías que estaban en primera página en aquel sitio web. Tom rió hasta más no poder.
-Se lo tenía bien merecido, a la persona que haya subido esas fotos le estoy muy agradecido, Dije alegremente.
En ese momento, recordé a Casandra, la muchacha que nos salvó de Billy, bueno que me salvó, por que Tom si resivió daño.
-Me olvidé de contarte lo que sucedió después que te desmayaras.
Acomodé mi silla en dirección de Tom y lo ví a los ojos.
-¿Que ocurrió?, escúpelo.
-Después que Billy te acertó ese golpe en el rostro intentó atacarme pero una chica lo interrumpió, rayó su auto y salió corriendo. Billy fué tras ella pero no sé como logró escapar, por que luego de unos minutos apareció y me advirtió que tenía que salir lo antes posible. También me dijo su nombre, Casandra Giardelli, vive frente a la casa del gordo Jorge.
Evité contarle la parte donde me salí de mis casasillas y casi mato al cerdito.
-Casandra ... ¡eh!, respondió Tom con cierto grado de ironía en sus palabras.
-¿No me crees?, pregunté ofendido.
-Claro que te creo, luego dibujó una amplia sonrisa en su rostro y añadió :
-Hagamos los útimos acuerdos para el botín de esta noche.
-Ok, soy todo oídos, respondí resignado.
No hubo tiempo de jugar con el videojuego nuevo que me había comprado, Tom me explicó los últimos detalles de lo que me tocaba hacer esta noche.
Eran las dos de la tarde y nos mantuvimos charlando un largo rato.
Así llegaron las seis de la tarde, quedaba una hora antes que comience la fiesta en la mansión de Pablo Goméz.
-Llegó la hora, es mejor que salgamos de aqui, dijo Tom.
-De acuerdo, vamos, respondí.
Bajamos apresurados las escaleras que descendían a mi sala, abrimos la puerta y salimos de mi casa. Como es costumbre mis padres aún no
llegaban de su trabajo, eso era bueno hasta cierto grado.
-¡Corre gabriel!, me ordenó Tom.
-¿Porqué?, pregunté.
-Alguien nos espera y no es muy paciente que digamos, respondió.
Comencé a trotar, no me gustaba correr, pero ya no tenía otra opción que seguir las recomendaciones de Tom, estaba a su disposición, era su plan después de todo.
Mientras corríamos, el cielo se volvió gris con espesas nubes que empezaron a soltar pequeñas gotas de agua que impactaban nuestros cuerpos como pequeños misiles de guerra.
Corríamos en dirección a la casa del gordo Jorge, eso me aterró, miré a Tom y no parecía preocupado, seguí corriendo a su lado.
-Tom ... ¿Que hacemos?, pregunté temeroso.
-No te preocupes vampiro, ya llegamos, mira al frente.
Seguí la dirección hasta donde la mirada de Tom se posaba y para mi asombro, parada fuera de su casa, frente a la del gordo Jorge, se encontraba Casandra. Llevaba cargando una mochila, aún tenía puesta sus gafas y nos miraba sin emoción.
-Hola Cassi, saludó Tom al llegar a su lado.
-Justo a tiempo, respondió Casandra, ignorando el saludo.
-Gabriel, te presento a "La sacerdotisa", Dijo tom sonriendo plenamente.
Me quedé atónito, la persona que había subido las fotos ... es más la dueña de la página web era la muchacha que me salvó hace unas horas atrás.
-Hola, saludé torpemente, con la mirada hacia abajo.
-Ya te conocía, dijo Casandra, volviendo a ignorar el saludo.
La observé por algunos segundos y nuevamente me invadió la sensación de alivio, de seguridad. No tenía temor, por alguna razón me sentía protegido, como si la paz estuviera viviendo en el interior de mi cuerpo.
-¿Listos?, preguntó Tom, mirando a Casandra.
-Mientras menos preguntas mejor, respondió mientras caminaba dejandonos atrás.
Parecía que no le agradaban las preguntas y no entendía como una persona como ella había accedido ha participar en un plan tan absurdo, más si un perdedor como Tom lo había planeado.
-No te preocupes gabriel, en el fondo es una chica amigable, además es una genio con las computadoras, va ser nuestros ojos mientras nos encontremos dentro de la mansión. Miré los ojos de tom y asentí.
-Vamos o nos dejará atrás y creo que eso no le preocupa, dije mientras apoyaba una mano en el hombre de Tom, él sonrió y caminamos juntos intentando alcanzar a Casandra.
Los tres deambulamos bajo la lluvia que caía cada vez más fuerte, como si intentara evitar que sigamos con nuestro camino.
Continuará ...
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