Image and video hosting by TinyPic

lunes, 20 de diciembre de 2010

UN AMOR DE INVIERNO

Abrazas los sueños y no los dejas ir.
Sonries hasta en los peores momentos.
Digo: "Todo estará bien" y me crees. Pero tengo miedo, no quiero defraudarte.

Deslizas tu frágil cuerpo sobre el hielo. Con esos patines blancos que tanto adoras, dibujas figuras y danzas al ritmo de la música, olvidándote del mundo.

Lloras cuando ganas y cuando no, lloras de la misma forma.
El tiempo te es ajeno, disfrutas cada segundo que pasa por tu vida.
No dices mucho, y lo poco que logras decir, llena de amor mis días.
Te cubro de la nive, mientras te encoges entre mis brazos, ocultando tu rostro de la brisa gélida.

Me despiertas con un beso, me preparas el desayuno, me dices: "Te amo" y cada vez me enamorado más de ti.

Te veo dormir cada noche. Y Siempre temo perderte al amanecer.

jueves, 16 de diciembre de 2010

TOMMY y los juegos vampíricos

Como ser un vampiro y no morir en el intento. Parte lll

Héctor llevaba más de una hora esperando a Tommy. Fuera del colegio el tiempo era gris. Una brisa gélida se paseaba en la calles y Héctor, quien no tenía casaca a la mano, empezaba a tiritar.

Pasó una hora más. Héctor tenía las manos congeladas y comenzó a preocuparse.

Para ir a los lavados su compañero ya estaba retrasado. Pero no quizo aventurarse a entrar en la escuela. Era una regla irrompible, "Cuando suena el timbre de salida, se olvidaban por completo del colegio".

Unos minutos después, cuando por la cabeza de Héctor asomaba la idea de irse y dejar a su amigo. Tommy apareció de pronto en el umbral del portón de salida. Comenzó a descender los escalones y Héctor no pudo evitar abrir los ojos como platos.

Tommy tenía el uniforme mojado, desde la camisa blanca(que ahora estaba marrón), hasta los zapatos negros.

Entre sus cabellos tenía pedacitos de papel higiénico y adornando su rostro albino, un gran moretón en el ojo izquierdo(Que empezaba a tornarse negro).

-¿Qué rayos te pasó?-Quizo saber Héctor.

-José y Jhon-Murmuró Tommy, Sin ánimos. Mientras se sacudía los pedacitos de papel que caían como bombas de su cabello negro.

-Tom... apestas-Dijo Héctor, cautelosamente.

Mientras comenzaban a alejarse de la escuela. Que se ocultaba en las sombras de la tarde, mientras sus pasadizos se llenaban de silencio y de una serie de mitos alrededor de ella.

"Un profesor, hace mucho tiempos atrás. Cuando los castigos físicos eran algo común en las aulas. Enloqueció y asesinó a veinte alumnos. A los que enterró en algún lugar del colegio. Él desapareció para siempre, al igual que los restos de los jóvenes.
El conserje Charles, asegura haber visto pequeños niños uniformados correr por los pasadizos reclamando que tocaran el timbre de salida.
A raíz de esta afirmación, la historia se volvió muy popular entre el alumnado. Pero ese era un mito que Tommy no quería rebelar... por el momento no".

-Lo sé...-Respondió Tommy, secamente. Sumergiéndose en sus pensamientos. Mientras una sombra profunda, crecía entorno a sus ojos.

Carlos y Flor. Los padres de Tommy. Siempre estaban ocupados con sus trabajos. El poco tiempo libre que tenían lo empleaban para descansar.

Pero esa tarde, para sorpresa de Tommy. Sus queridos padres se encontraban platicando sentados en la sala de su hogar. Sin computadoras portátiles, ni cerros de papeles a la vista. Hasta habían olvidado ponerse sus anteojos.

-Hola pa'... Hola ma'-Saludó Tommy.
Comenzó a subir las escaleras que lo conducían a su habitación. Como debía ser su rutina diaria.

Pero no imaginó que su padre no le iba dar su habitual "hola hijo".

-Un momento Tomás. Queremos hablar contigo -Dijo su padre, interrumpiendo su conversación con su esposa y levantándose del sofá para encontrarse con su hijo.

Tommy no podía salir de su asombro. Que sus padres quisieran hablar con él le resultaba completamente extraño.

A penas y recordaba el timbre de voz de sus progenitores. La última vez que le dirigieron la palabra. Fué para hablarle sobre las consecuencias del sexo y sus precauciones, cosa que Tommy ya sabía gracias al internet.
Así que se quedó inmovil y esperó las palabras de su papá.

-Hijo... Tu madre y yo hemos decidido dejar a un lado nuestros trabajos para estar más tiempo contigo.

Tommy se quedó mudo. Mirando los ojos de su padre.

-¿Qué te parece la idea cariño?-Preguntó Flor. Acercándose a su hijo.

Ahora Tommy miraba a su madre. Igual de mudo.

Después de unos minutos cavilando la idea de que sus padres tal vez habían enloquecido, respondió:

-Bien...-digo... es una estupenda idea-Sentenció Tommy. Sin poder explicar lo que oía. ¿viaje?-¿tiempo conmigo?.-(Estos seres no son mis padres)-Pensó.

Carlos y Flor, se observaron sonrientes. Luego se dieron un largo abrazo como celebrando una gran proeza. Finalmente el papá de Tommy dijo:

-Perfecto. Dentro de un mes salimos de viaje-Sentenció. Con una voz firme que Tommy había olvidado hacía años.

Aún procesando la noticia logró decir un tímido "de acuerdo" y se dirigió a su habitación, subiendo las escaleras. Pensando que todo era un sueño.

Teddy se hallaba sentado en la cama de Tommy, cuando este abrió la puerta y entró.
El pequeño oso de peluche fijó inmediatamente su mirada en su nuevo amigo(En la ausencia de Tommy, Teddy había conocido la colección de peluches obsequiados cada año para su cumpleaños).

Tommy dejó caer su mochila, derribando una pila de revistas que tenía en el suelo. Dió unos pasos y se tendió de espaldas sobre la cama, haciendo saltar unos centímetros a Teddy.

-Lo siento-Dijo Tommy. Percatándose de lo que había provocado.

-No hay problema-Respondió Teddy.
Poniéndose en pie. Sostenido por sus dos patitas de algodón. Luego caminó agilmente, se colocó sobre el pecho de Tommy y dirigió sus pequeños ojitos inexpresivos hacia los de su amigo.

Tommy sostuvo su mirada y para él no eran nada inexpresivos. Por el contrario, los vió llenos de curiosidad.

-Creo que mis padres se han vuelto locos -Comentó Tommy.
Suponiendo que su pequeño amigo ya estaba enterado de lo sucedido. Pero lo que Tommy desconocía era que si lo sabía, era como si el pequeño peluche le leyera los pensamientos.

-¿Eso es malo? -Preguntó Teddy. En tono ingenuo, moviendo su redonda cabeza hacia un costado.

-No es que estén locos. Solo me parece muy extraño que de un momento a otro hayan dejado sus trabajos para irse de viaje conmigo. No logro entenderlo, es una locura.

-¿Cuando viajan? -Quizo saber teddy. Ignorando el argumento de su amigo.

-En un mes -Respondió tommy. Ofendido por el poco interés que mostraba su amigo de felpa.

El pequeño oso de peluche alzó la mirada y la fijó en un punto ciego. Como perdiéndose en alguna dimensión desconocida. La luz rojiza de aquella tarde, entraba por la ventana iluminando sus diminutas hebras marrones, haciéndolas brillar tenuemente.

Continuará...

sábado, 11 de diciembre de 2010

Semi-Dioses : Destino # 2

El hijo de Poseidón.


En el cielo las bacanales se celebraban casi a diario. Ya sea por el nombramiento de algún dios menor o simplemente por festejar.
En la tierra la algarabía no era menor. Los mortales se encerraban largas horas en las tabernas a beber hasta embriagar sus corazones valerosos y, no dormían hasta llevarse una mujer a la cama.

Cielo y tierra, unidos por una orgía de placeres y éxtasis. Llenaban el ambiente de notas musicales. A veces dulces y otras enérgicas. Em ambos casos, cantadas a todo pulmón.
Recitando versos de batallas contra criaturas monstruosas y de héroes muertos en batalla.
Alzaban sus copas a la tenue luz de las antorchas y recitaban plegarias para sus dioses.

Las constelaciones, brillantes en el infinito, unidas por la noche. Depositaban su atención en aquellos seres descarriados.
Pero aún más brillantes y esplendorosos que las estrellas, se alzaban los dioses. Regocijándose en su morada, disfrutando burlonamente del espectáculo. Deleitando sus oídos con las más dulces notas del músico más talentoso, llenando sus copas de reluciente oro y sus estómagos de la divina ambrosía.

Muy distante de aquél desenfreno de pasiones, oculta por la noche, se encontraban los mares.
Disfrutando de su paz habitual, con su ir y venir de olas, murmurando canciones en una lengua muy antigua, pero igualmente relajante.
Atrayéndonos hacia sus profundidades, donde la oscuridad es eterna. Y en el fondo de ese reino, guiado por las corrientes adecuadas. Podemos ubicar el palacio de Poseidón. Dios de ríos, mares y océanos. Hermano de Zeus y Hades. Quien oculta entre sus dominios, su más preciado secreto.

En una torre muy antigua, contruída de granito, reforzada por el poder de los dioses. Se encontraba, encerrado en una celda, confundiéndose entre las sombras, un joven.
Con la cabeza gacha, oculta entre sus piernas, que a la vez estaban sostenidas por gruesas cadenas adheridas a la pared musgosa, en la cual recostaba su espalda.
Sus ropas estaban hechas trizas y no por haber combatido con algún monstruo marino. Si no por el paso de los años.
Su piel relucía de entre la oscuridad, como una seda blanquecina, pero ensuciada con la mugre del lugar. Una pequeña habitación de rocas enormes, con musgo y corales creciendo en todas partes. Desprendiendo un aroma marino, mezcla de algas y peces. Unos barrotes gruesos y oxidados cubrían la única entrada de lo que era por largos años, su prisión.

-¿Cómo se siente hoy?.-Preguntó la Nereida. En tono dulce. Acariciando las palabras.
Sólo obtuvo un largo silencio como respuesta.

-Creo que sin ganas de hablar.-Continuó. Como si no hubieses existido ninguna pausa.

-Aunque hice un largo viaje solo para hablar con usted... pero si no quiere...

-¿Creen que no los oigo?-Preguntó el joven. Alzando la mirada, dejando relucir sus ojos profundos, de un color verde oscuro. Cortando el comentario de su visitante.

-No logro comprender, joven Neró. Aveces dice cada frase sin la mínima...

-Los oigo Delfíni. Cada noche. Regocijándose, celebrando, riéndo a carcajadas. Como si hubiese una razón para hacerlo.-Protestó Neró. Frunciendo el ceño y mirando fijamente a Delfíni, con sus ojos verdes que ahora brillaban de un color esmeralda. Evitando que termine su frase por segunda vez.

-Ellos no tienen esa inten...

-Claro que la tienen. Ellos me encerraron. Mi propio padre me envió al exilio cuando aún era un bebé.-Protestó furioso.
De pronto su celda comezó a temblar, las rocas desprendían pequeños pedazos de granito. Pero no era sólo su celda, toda la torre retumbaba, amenazando con derrumbarse.

-Tranquilicese joven Neró.-Sugirió Delfíni. En tono suplicante. Mirando al joven directamente a los ojos.

La celda cezó de retumbar y la Nereida pudo tragar saliba.

-No es justo.-Se lamentó el joven. Sumergiendo su voz en melancolía e intentándo aplacar su ira.

-A veces los dioses no son justos joven Neró.-Comentó la Nereida. Sosteniendo los barrotes con sus manos transparentes. Dibujando una sonrisa en su rostro dotado de una belleza anhelante. De inmediato comenzó a susurrar un cántico dulce, conmovedor, lleno de nostalgia. Pero sólo Neró pudo oír los versos.

- A veces me arrepiento de ser hijo de Poseidón.-Se lamentó.
Ocultando nuevamente su rostro, mientras las sombras lo envovían nuevamente en su prisión. Consolado solamente por la canción de Delfíni.

Muy arriba. En la superficie. Se escuchó un estallido ensordecedor. Alquien, había hecho enojar al señor de los cielos, Zeus.

Continuará...

jueves, 9 de diciembre de 2010

TOMMY y los juegos vampíricos

Como ser un vampiro y no morir en el intento. Parte ll

-¡Despierta de una maldita vez!-Gritó a todo pulmón.


Su amigo Héctor que intentaba despertarlo, se encogió en su asiento con una expresión en su rostro como cuando quien rompe un jarrón y le dice a sus padres "Yo no fuí".

Tommy abrió los ojos, sobresaltado, con la respiración acelerada. Al instante, se percató que todo había sido un mal sueño, y que toda su clase lo miraba.
Luego de una pausa que le pareció interminable, sus compañeros rompieron en carcajadas y cuchicheos como: " Si que es raro", "Que idiota", "Es un fenómeno".
Comentarios a los que Tommy estaba acostumbrado.

-Silencio...alumnos.
Siguieron las carcajadas.

-¡Silencio, o se quedarán sin recreo!-Vociferó la insoportable profesora Martha.
El aula se llenó de un silencio habitual en la clase de historia, como si estuviesen presentes en un velatorio.

Silencio y están castigados eran las palabras favoritas de la profesora de cuarenta años. Con anteojos de la espesura de culo de botella, que hacían ver dos pequeños ojitos de cerdo. Sumando sus proporciones corporales, que eran circulares, aquellos ojos le iban bien.
Era la única maestra en dejar más tarea de la habitual, y la última en irse del salón. Siempre les quitaba la mitad del recreo.
Aquella cerdita de impecable moño detrás de la nuca, de tacones bajos y falda baja y que ponía notas más bajas aún. Dirigió sus pequeños ojos de canica al escandaloso Tommy. "Dios perdona el pecado pero no el escándalo" Solía decir con su voz chillona y, con esa misma voz de urraca dijo:

-Tomás Sánchez, póngase de pie.
Tommy obedeció sin chistar. Aunque hubiese preferido que se lo coman los zombies.

-¿A qué se debe ese vocabulario en mi clase... alumno?-Preguntó la rechoncha maestra.

-Ehmm... uhmmm... bueno...-Balbuceó Tommy. Sin poder articular ni una frase.

-¿Disculpe?-Preguntó la mamá de los cerditos. Y luego añadió en tono irónico -Vocalice bien y enderece esa joroba.

Lo que provocó risitas casi inaudibles entre sus malvados compañeros. Miss Martha las ignoró, sólo para provocar humillación en Tommy.

-Lo que sucedió fué que tuve... una pesadilla.-Dijo Tommy. Armándose de valor para que las palabras le salgan lo más claras posibles.

La maestra lo observó desde detrás de sus enormes anteojos de marco anticuado, y con un "ya veo", sentenció lo que era inevitable.

-Se quedan sin recreo...
Al oír estas palabras los alumnos se vieron obligados por instinto a reclamar. Y el reclamo habitual en la clase 2-B en las circunstancias de opresión, consistía en una serie de silvidos a todo pulmón, acompañados de abucheos, comparados a una manada de becerros.
Claro, no sin antes ocultarse detrás del compañero que tenían delante. Los de la primera fila siempre eran los perjudicados.

-¡Silencio!-Vociferó nuevamente la corpulenta profesora. Acomodándose los anteojos con sus dos rechonchos dedos.
El aula volvió a quedar en un silencio sepulcral. Como era habitual. Era como si la maestra tuviera magia en esa palabra, si decía silencio, silencio era lo que debía obtener.

-Analizando su comportamiento, me parece que tienen deseos de continuar mi clase por muchos recreos en todo el año.-Amenazó firmemente en tono tétrico. Sólo le faltó la risita de bruja de dibujos animados.

-No tendrán recreo hasta nuevo aviso y, no quiero oír sus berrinches.-Sentenció con autoridad la maestra.
Los alumnos no se atrevieron a proceder con sus reclamos, por miedo a que dejara más tarea de la que podrían soportar. Se quedaron en silencio, acomodados en sus pupitres, con los ojos llenos de impotencia.

-Volviendo con usted, señor Sánchez. Le daré unos minutos para que duerma, pero eso será cuando terminé mi clase. Ahora, preste atención. Quiero que me diga los nombres de todos los incas que he mencionado anteriormente.

Tommy no tenía ni la mínima idea de cuales eran, porque se había quedado dormido y tampoco esperaba dormir luego. Después de las miradas asesinas que le lanzaban José y Jhon, los primeros puestos de la clase de atletismo.

Dió un vistazo rápido a su amigo Héctor, como pidiendole ayuda. Pero este aún no salía del shock que se llevó a causa del grito de Tommy.

-Estoy esperando alumno.-Dijo irónicamente la bola de grasa con anteojos.
Mientras blandía su lapicero rojo como su arma de guerra.

Tommy volvió a ver a su amigo que empezó a buscar entre los papeles que tenía sobre su pupitre, mientras lograba escoger una lámina con los doce incas, que deslizó hacia la esquina de su pupitre, para que Tommy pudiera ver.

-uhmm... Manco... Capac.-Logró decir justo a tiempo. Evitando que la profesora escribiera en la libreta.

-Continue...-Dijo la maestra, con los ojos llenos de sorpresa.

-Ehmm... Sinchi... Roca.-Volvió a decir Tommy, acertándo nuevamente en su respuesta.

Así empezo a decir los nombres de cada inca. Dejando a su maestra estupefacta.
Tommy se llenó de alegría y hasta sintió que ese día no iba a ser del todo malo. Hasta que llegó al último inca, al cuál no distinguía bien.
A penas podía leer las letras, así que se aventuró a leer, mientras pensaba en su triunfo.

-Ja... Jam... James Bond.-Dijo finalmente.
(¿James Bond?-Mierda)-Maldijo mentalmente.

-Lo imaginaba.-Dijo Miss Martha triunfalmente. Y prosiguió a escribir con su lapicero rojo en la libreta. Dibujando claramente dos ceros.
Mientras las risitas aumentaron su intensidad y las miradas asesinas de José y Jhon no disminuyeron.

Sonó el timbre que anunciaba el recreo, y como era obvio, ellos no saldrían.

Continuará...

domingo, 5 de diciembre de 2010

TOMMY y los juegos vampíricos

Como ser un vampiro y no morir en el intento. Parte I

-Tommy... Tommy -¡Hey tio, levanta!.

Tommy aún soñaba con su nuevo amigo, que para variar era de algodón. Pero tenía vida y no lo rechaza. Eso, era suficiente. Bueno, para alguien que ha vivido los últimos dieciseís años como un looser, es un tremendo progreso.

Corría por la calzada. Pero no sabía de quién o de qué. Simplemente corría con la mayor rapidéz que le podían permitir sus delgadas piernas de pollo. Era de noche, una noche sin luna ni estrellas y, mientras avanzaba lo poco que alcanzaba a ver eran cadáveres.

Quienes alguna vez fueron sus vecinos, yacían inertes en los jardínes de sus casas, machucando el césped y alguna que otra flor. Sus gnomos de cerámica precenciaban los cuerpos inmóviles pero pronunciaban cánticos en una lengua que Tommy no conocía(sus sospechas sobre los gnomos eran ciertas).
La mayoría de los cuerpos tenían una mordedura en el cuello, de donde brotaba sangre en pequeños hilos. Sus rostros conservaban los últimos segundos de sus vidas, una expresión de terrible desesperación, como si aún después de muertos tratasen de aferrarse a la vida.

Tommy no entendía nada, no quería entender. Ignoraba por completo lo que estaba sucediendo. Sólo sabía que tenía que correr, a cualquier lugar, pero lejos de... ¿de?.
No sabía de que podrñía huír con semejante prisa y porqué.

De pronto sintió algo tibio deslizarse por las comisuras de sus labios y, al llevarse los dedos a la boca, tocando aquél líquido cálido, su cuerpo se llenó de un miedo que jamás había experimentado. Sus manos empezaron a temblar, dejando caer una gota del líquido que tenía en los dedos. Al contraste de aquella noche sin luz, la gota de sangre bañó su alrededor de un rojo absoluto.

Los cadáveres que se encontraban tirados en los jardínes empezaron a levantarse torpemente. Tommy vió con terror como esos seres sin vida se ponían de pie e iban tras él, alentados por los cánticos misteriosos de los pequeños gnomos. Iban tras el muchacho con ensordecedores lamentos(una mezcla de Tommy con ¡uahhhuahhh!).

Sus piernas empezaron a flaquear y el miedo se apoderaba de sus pensamientos. Ahora no sólo huía de la cosa desconocida que lo perseguía, si no que tená a un centenar de zombies tocándole los talones. Por muy aterrado que se encontrara, Tommy no pudo evitar recordar las pelis de terror que le gustaba ver. En especial la de muertos vivientes y, eso sumado a la situación que vivía le pareció graciosa(lamentó que entre sus perseguidores no hubiese alguna muchacha desnuda, por lo menos en lencería).

Tommy sintió levitar por la velocidad con que iba y sus perseguidores parecían atletas, corrían a pocos metros de él (no tienen nada que ver con los zombies de las pelis)-Pensó tommy.
De pronto un ¡Crac!, seguido de un ¡Pum! y se vió derribado delante de un charco(puta piedra)-Maldijo.
Levató la vista y se vió por primera vez reflejado en el líquido.

Lo que vió debía ser un error, no era él, bueno no podía ser Tommy. El chico perdedor, al que hasta los nerds molestaban, no cabía en la descrición del joven reflejado en el charco. Era inaceptable, increíble.

Tommy sintió derrepente que varias mans lo sostenían de las piernas y lo arrastraban hacia la multitud de zombies mientras gritaba y rogaba que lo soltaran. Pero eso no evitó que empezaran a morderlo, llevándose a la boca pedazos de su carne.

El muchacho gritaba con la poca energía que le quedaba, mientras sus ojos iban cerrándose lentamente, derramando lágrimas de dolor y sufrimiento, rogando que todo fuera una pesadilla y que despertara de una maldita vez.
Pero no era una pesadilla... aún no lo era.


-Tommy... Tommy.¡Hey tio, levanta!.
Y lo que sucedió después fué que Tommy despertó, pero mejor si no lo hubiese hecho.

Continuará...

sábado, 4 de diciembre de 2010

TOMMY y los juegos vampíricos

El talismán.

Tommy tenía un talismán, no un talismán de juguete, si no uno real. De los que conceden magia al que lo porta y, tommy que era muy solitario, decidió dar vida al único objeto valioso para él.
Su oso de peluche "Teddy".

Teddy era el único amigo que Tommy podía hacer, a parte de Héctor que más que un amigo era un buen compañero de clases. Ya que, Tommy siendo un niño diferente a los que se acostumbra ver jugando en los parques, no era muy popular en su escuela.


Lo llamaban el Vampiro. Por sus ropas negras y con parches de grupos de rock pesado, sus cabellos alborotados daban la impresión que no se peinaba o que no había aprendido esa modalidad. Además de tener la piel pálida, blanca como la nieve, en la que relucían sus oscuras ojeras. Producto de muchas noches en vela, pensando que tal vez sea un legítimo vampiro como aseguraban sus compañeros de clase y que sus padres a los que casi no veía, se lo habían ocultado.
Aunque cabe la posibilidad que aguarden la mayoría de edad de su primogénito para contárselo. Cosa totalmente absurda.

Cuando Teddy fué alterado por la magia del talismán, empezó a caminar en dos patas. En sus dos patitas rellenas de algodón que las movía una tras otra, a ritmo lento, sibujando curvas imaginarias en el suelo, mientras aprendía a andar.
Luego de dominar completamente el arte de caminar, el pequeño oso de peluche levantó la cabeza y sus pequeños ojos redondos se encontraron con la atenta mirada de Tommy. Quien lo observaba sentado en su cama, con la emoción brillandole en los ojos.
Se quedaron así unos segundos antes de hacer algún movimiento.

Teddy fué quien rompió el silencio. Con una bocecita suave, como si susurrara las palabras, dijo:
-¿Ho-la?-Dijo tímidamente y luego añadió-¿Quién eres?.

Tommy que no le había quitado los ojos de encima, dibujó una sonrisa en su rostro albino y sin perder de vista al pequeño oso, se puso de pié y se arrodilló mientras extendía su mano para tomar la de Teddy y con un pequeño movimiento de abajo hacia arriba, respondió la pregunta del pequeño.

- Mi nombre es Tomás, pero mis amigos me dicen Tommy(para Tommy, "amigos" vendrían a ser Héctor y Mary, la chica de al lado. Aunque no eran precisamente eso, en especial Mary).-Te acabo de dar vida, con esto -Dijo, mientras agitaba el talismán que sostenía entre sus dedos.

Aquél talismán se lo había obsequiado su abuelita Victoria para su décimo sexto cumpleamos. Su abuelita por parte de papá era la única familiar que lo tomaba en cuenta y como todos los años no se había olvidado del cumpleañoas de su nieto. Pero esta vez le había enviado un objeto brillante y circular, con un grabado en la superficie, en alto relieve se imponia un cóndor, rey de los cielos andinos. Y junto al regalo su abuelita le había escrito una nota, donde ponía que era un objeto de buena suerte y fortuna. Que concentraba magia y muchas otras cosas que Tommy preferiría no mencionar.

-De ahora en adelante serás mi mejor amigo. Nos protegeremos mutuamente y la pasaremos ¡super!.-¡Ups!, me olvidaba. Tu nombre en Teddy, lo siento si el nombre no es de tu agrado, pero no soy bueno en eso. A decir verdad, no soy bueno en nada.

El pequeño oso esscucho atentamente sin interrumpir el relato de Tommy y después con uan amplia sonrisa, dijo:

-¡Amigos!.
Y fijó sus diminutos ojos oscuros vidriosos sin expresión en los ojos negros de su nuevo amigo.

Continuará...